domingo, 8 de diciembre de 2013

Tercera parte: "Tramos épicos, calor y asfalto"

Amanecía en Villa Amengual, era domingo 13 de enero y por si acaso voy a buscar algún negocio para conseguir algunas provisiones, pero me fue mal, era obvio. Como ya era costumbre, tomamos un abundante desayuno en el hostal  “El Indio”, tenía en su ventana varios stickers de viajeros y grupos extranjeros que se dedican a recorrer la Carretera Austral, tras empacar,  embetunarnos en bloqueador solar y revisar la mecánica de las bicis, ya estábamos listos para dejar atrás esta ex Villa Militar de CMT, un pueblo pintoresco a orilla de camino.
Avanzando por el excelente camino asfaltado notábamos las huellas que dejaron las fogatas del movimiento de Aysén de 2012, un par de carrocerías de autos quemados incluso al costado del camino, el paisaje es muy lindo, se combinaba con una mañana con cielos completamente despejados que te permitía contemplar los enormes árboles y picos de las montañas escarpadas, con caprichosas formas, sin nada de verde en sus puntas debido a que constantemente están con nieve. 


Avanzando 8 kms al sur de Villa Amengual se llega al Lago o Laguna Las Torres, el camino la bordea, el paisaje es espectacular, se logran divisar algunos campings con gente recién levantándose, eso nos decía que íbamos saliendo a buena hora, la meta era ese día nada menos que Coyhaique, en distancia total de 148 kms!

Lago Las Torres

Pues bien, el pedaleo se hizo muy agradable, poco a poco el paisaje comienza a cambiar, se ve más pampa y vastos campos verdes para forraje, avanzando el día el calor se hace más intenso, y los arroyos de agua no son tan abundantes debido al campo abierto. Cerca del mediodía dimos alcance a 3 franceses que también hacían cicloturismo, nos saludamos y avanzamos junto a ellos, en realidad con ella, se llamaba Cleménce, andaba recorriendo sola todo Sudamérica, y se había encontrado a sus compatriotas un poco más al norte. Nosotros llevábamos un muy buen ritmo, por lo cual les dijimos adieu.
Paisaje hacia Mañihuales
A medida que avanzábamos, a lo lejos se divisan cómo los incendios arrasaron miles de hectáreas de bosque nativo, el paisaje cambia drásticamente. 
Almorzando afuera del minimarket con Cleménce
Cercano a las 2 de la tarde ya comenzamos a ver  letreros que anunciaban el siguiente pueblo: Villa Mañihuales, le antecede un par de kilómetros antes una mina de extracción de Zinc. Al llegar al pueblo veníamos con hambre, pero no encontramos hostales ni cocinerías, por lo que decidimos por primera vez en nuestro viaje almorzar sándwiches, pero con harto queso y jamón, acompañado de jugos. En eso que estamos almorzando en la vereda fuera del minimarket llega Cleménce, la chica francesa, quien le sacó más de media hora de ventaja a sus compatriotas, andaba muy bien equipada y lograba ser autónoma, a excepción de que no tenía internet móvil así que yo amablemente le facilité mi conexión, ella tenía información de la famosa casa del ciclista ubicada en Mañihuales, lugar que acoge y ayuda mecánicamente a los viajeros a pedal, nosotros no fuimos. 


Uno de los tantos cuadros de distancia

La meta del día era Coyhaique, y estábamos casi a mitad de trayecto, con un sol abrazador y la temperatura sobre los 30°, cerca de las 4:30 pm decidimos continuar, se hacía complicado avanzar a buen ritmo y velocidad, el calor era un factor preponderante y eso mismo influyó en que al llegar a la bifurcación del camino a Coyhaique decidiéramos seguir por la ruta asfaltada que conducía hacia Puerto Aysén, puesto que el camino directo era con pendiente y de ripio. 
Refrescándose en un río que no recuerdo su nombre
Era tanto el calor que bordeando un río decidimos que apenas tuviéramos acceso a éste, nos tirábamos al agua, y así fue, llegamos a un puente, y para sorpresa nuestra, estaba lleno de gente, había una playita con arena y piedras lisas que permitía a la gente reposar, hacer asados bajo la sombra. Nosotros teníamos la única intención de refrescarnos, así que solo con nuestras sexies calzas nos bañamos, estuvimos cerca de 1 hora en el río, esto nos retrasaría en nuestra meta a Coyhaique…



 Continuamos avanzando por la ruta asfaltada hacia Coyhaique, comenzaba a caer la tarde y esconderse el sol, en eso llegamos a la bifurcación del camino hacia Puerto Aysén y Coyhaique, tomamos dirección sur oriente y a un increíble ritmo avanzamos por un camino muy transitado por vehículos de todo tipo, a ambos costados del camino encontramos a decenas de personas recolectando frambuesas con sus canastos repletos, bordeamos el Río Simpson mientras nos acercábamos a la capital de Aysén, la luz de día ya era escasa y las fuerzas se acababan, mirábamos de reojo algún lugar para descansar y acampar, pero no encontramos nada, habíamos sobrepasado con creces los 100 kms pedaleados en el día. 
Camino que une Puerto Aysén con Coyhaique
Finalmente llegó la noche, debimos encender las luces, y comenzaron a rodearnos los zancudos y mosquitos, sumado al cansancio y ansiedad, resultaba muy molesto avanzar. Ya eran pasadas las 10:30 de la noche y tras avanzar por una cuesta, llegamos al túnel El Farellón, tristemente recordado este verano de 2013, pues un par de semanas que nosotros los cruzamos, un pelotudo en estado de ebriedad atropelló a 14 ciclistas que hacían su rutina de entrenamiento, murió un chico de 18 años, lamentable. Saliendo del túnel, la cuesta es muy pronunciada, o quizás nuestro estado nos hacía sentir que era interminable, las alforjas pesaban, las bicis se balanceaban, pedaleábamos de a pie y sentados, alternábamos posturas para descansar la zona lumbar… bueno, acá es cuando te das cuenta que andar en bici hace sacar fuerzas de no sé dónde, tu corazón reemplaza a las piernas, pasada dicha cuesta llegamos a un lugar iluminado y con algunos automóviles y un bus detenidos, la vista era espectacular! Ni me fijé en el nombre del mirador, pero se veía espectacular la ciudad iluminada, alcanzó para tomar un respiro, intentar tomar alguna fotografía, pero no resultó. Nos faltaba el último tramo, el descenso, y ya  eran las 11:20 PM.
La carretera era ancha en esta parte, mucha pendiente y hartas curvas, era inevitable alcanzar altas velocidades, pero con el peligro inminente de un desbarrancar con trágicas consecuencias debido a la oscuridad. Fue ahí cuando los automóviles y bus que estaban en el mirador nos dieron alcance, el bus lideraba la caravana, este encendió sus luces altas y nos alumbró el camino de descenso desde atrás, imagino que fueron un par o 3 kilómetros que nos alumbraron el camino, cuando ya finalizaba el descenso, la gente desde la ventana del bus nos gritaba y daba ánimo, yo sonreía y pensaba muchas cosas, la primera era: “qué estoy haciendo aquí, sufriendo físicamente en mis vacaciones en vez de estar en una playa brasilera”, bueno, experiencias como ese descenso iluminado coronado por el coraje que nos dieron esas personas me respondían que estaba en el lugar y haciendo lo correcto.
Desde que salimos en la mañana cerca de las 10 am, habíamos recorrido 148 kms, por fin llegamos a la ciudad de Coyhaique cerca de la medianoche, buscamos innumerables hostales, casi todo copado, y los hoteles muy caros, previamente teníamos un contacto que nos alojaría, o haría las gestiones, pero falló a última hora, por fin dimos con un hostal muy bien equipado, con grandes habitaciones y comodidades que no habíamos tenido hasta ese entonces en nuestro viaje, al llegar tan tarde, no encontramos ningún lugar para comprar alimentos, desempacamos nuestras cosas, las bicis en una especie de bodega donde nos dimos cuenta que no éramos los únicos cicloturistas del lugar, habían unos alemanes a los cuales obviamente nunca vimos, pues tienen fama de partir muy de mañana jaja, lo único que teníamos era medio pan duro, café y leche con quacker, esa fue nuestra cena bordeando la 1 AM, la ducha caliente nos dejó en una catarsis, el cuerpo temblaba, increíblemente nos costó dormir y vimos tv cable jaja pero el sueño llegó al fin...
Lunes 14 de enero, y bueno, nosotros éramos la antítesis de los amigos ciclistas alemanes, el sueño fue tan profundo que casi no alcanzamos el desayuno del hostal, pero alcanzamos a hacer daño ahí, cumplimos con el ritual del empaque y anclaje de las alforjas y partimos con todas nuestras cosas a recorrer la ciudad, era la oportunidad de ir a un supermercado y abastecerse en cuanto a algunas mercaderías, recorriendo algunas calles y avenidas encontramos un local de comida que entre su menú anunciaba la Empanada Patagónica “interesante” dijimos, así que atacamos en doble porción esa bomba compuesta de tocino, carne y queso, era una empanada maravillosa, tantos kilómetros pedaleados hacían que no hubiera remordimiento alguno.
Bicis estacionadas, nosotros abasteciéndonos en un supermercado de Coyhaique
Coyhaique es una ciudad grande, es una capital regional y estábamos de paso, sé que tiene algunos parques y reservas cerca, pero nos aferrábamos a nuestro itinerario, y según este, íbamos muy bien en cuanto a tiempo y distancia recorrida. La gente nos comentaba  que la ola de calor estaba desde un par de semanas ya, pero no se quejaban, pues durante gran parte del año tenían que lidiar con temperaturas mínimas extremas, y metros de nieve, para nosotros no era muy favorable pedalear con calor, pero había que avanzar, así que siendo cerca de las 2 pm retomamos la ruta 7, dejábamos atrás la ciudad de Coyhaique rumbo al sur en dirección a Balmaceda, avanzados 6 kms hicimos una parada en un Lodge de lujo llamado “5 Ríos”, teníamos unos conocidos que trabajaban y logramos apreciar las comodidades y lujo que acceden los amantes de la pesca con mosca que vienen del extranjero, disfrutamos unas Coca-Cola y seguimos hacia el sur, en el kilómetro 35 al sur de Coyhaique está una Villa o comunidad llamada El Blanco, existe un Museo del Mate, hay uno gigante tallado afuera, lamentablemente era día lunes y como es costumbre, estaba cerrado
Museo del Mate en El Blanco
Primer pinchazo!

 Avanzando 5 kms más llegábamos a una nueva bifurcación, el camino que va a Balmaceda, que ojo, es una ruta muy transitada debido a que está el aeropuerto, y los taxis, transfers y camionetas 4x4 van a una velocidad de locos, mucho cuidado ahí. Nosotros seguimos por la ruta 7, aun con asfalto, las expectativas del día era llegar hasta Villa Cerro Castillo, era ambiciosa, pero después de los 148 kms hechos el día anterior 95 kms de camino asfaltado no resultaba tan descabellado, peeeero avanzado 45 kms desde que habíamos dejado Coyhaique tuvimos nuestro PRIMER inconveniente mecánico, un pinchazo! Y para remate rueda trasera, nos demoramos mucho en arreglarla, tuvimos que desmontar la carga y cuando se suponía que estaba parchada, no logramos avanzar ni siquiera un kilómetro, al final descubrimos que no era pinchazo, sino que el calor hacía que la cámara con la presión se rompiera con los orificios que llevan el hilo de los rayos a la yanta, solución, la siempre bien ponderada guincha aisladora, lo malo es que en descubrir la causa y solucionar el problema nos tomó más de una hora, ya comenzaba a atardecer, eran cerca de las 6 pm y seguíamos avanzando, a lo lejos veíamos Balmaceda y despegar uno que otro avión comercial, los cerros y montaña eran argentinos, estábamos cerca de la frontera, pero a medida que avanza la ruta 7, lo hace en dirección sur poniente. Nuevamente comenzaba una cuesta, lo bueno es que ya había pasado el calor, íbamos bien hidratados y sin hambre, la vegetación comenzaba a ser poco a poco la familiar, más frondosa y con cerros a la orilla, aquí nos detuvimos y ponderamos: lo que se venía era una cuesta de complejidad media, nos íbamos a internar en la reserva Cerro Castillo, pero la idea era atravesarla relajados y con luz de día, debido a que en esta reserva es posible visualizar Huemules en su estado salvaje! OK, no estábamos dispuestos a llegar nuevamente a medianoche y exhaustos al próximo pueblo, por lo cual empezamos a cotizar patios de casas a orilla de camino jaja
Camping listo en patio de una casa en Vista Hermosa

Ovejas y Llamas esquiladas, muy curiosas
Nuestra búsqueda de camping nos llevó a una localidad a orilla de camino llamada Vista Hermosa, quedaba en una pequeña colina, y realmente le hacía honor a su nombre! Llamamos a la casa que poseía un inmenso patios, con hierba muy verde para sus animales, nos sale un hombre adulto, curtido por la vida patagónica, muy amable y accede a nuestra petición de instalar nuestras carpas en su terreno, fue ideal quedarse ahí, sentíamos que había sido una buena decisión acampar con agua y un lugar blando donde poner el saco de dormir. Tras armar las carpas, cocinamos, su cena, había señal de teléfono aún, por lo cual llamé a mi amada madre para contarle que estaba bien, lo mismo hizo mi compañero con sus seres queridos, ya dispuestos a ir a dormir llegaron nuestros  vecinos, muy curiosos por lo demás, ovejas y llamas, jaja estábamos ocupando su lugar, pero era amplio, así que decidimos compartirlo. Había que dormir y así lo hicimos.

Continuará…


 
Panorámica del camino desde Villa Aamengual  hasta Mañihuales

viernes, 4 de octubre de 2013

Segundo tramo: "De ventisqueros, cuestas y senderos"


Después de un sueño profundo tras tan arduo día de pedaleo bajo la lluvia y frío, comenzábamos el día lunes 7 de enero desayunando en el comedor del hostal, nuestra mesa tenía vista a la bahía de Chaitén, la cual se encuentra completamente colmada de cenizas y sedimentos del volcán arrastrados hasta allí por el río. Nuestra mesa tenía pan, leche, queso, mantequilla, mermelada y café, se nos hizo poco el desayuno y de eso se dio cuenta la señora del hostal quien se apiadó de estos ciclistas que vio llegar entumidos y procedió a juntar los "sobrantes" de otras mesas y nos los dio, empezaba bien el día, jeje

Afuera estaba nublado, con viento y a ratos caían gotas de lluvia, nada muy amenazante, pero la idea era ir a recorrer el sendero que lleva al mismo cráter del volcán Chaitén, el cual aún se encuentra activo, tras pasar a la oficina de información turística decidimos hacer dedo en la salida norte del pueblo, por casi una hora estuvimos ahí sin éxito, ponderamos que ya se acercaba mediodía y el clima podría estar peor mientras subíamos el sendero, así que decidimos ir a buscar nuestras bicis que ya estaban listas con su carga y alforjas para continuar pedaleando hacia el sur, eso fue lo que hicimos y no sin antes abastecernos de algunos alimentos para el camino, ya que el próximo pueblo con más provisiones sería La Junta.

Comenzamos el avance hacia el sur, el camino se aleja de la costa y es asfaltado, muy amigable y el cielo parece aclarar, cerca del km 20 de la salida sur de Chaitén al costado derecho se encuentra el fuselaje de un avión de pasajeros, se me fue preguntar de nuevo por qué se encontraba ahí. Km 23 y hay una bifurcación que te lleva a las termas El Amarillo. 


- El Amarillo, subiendo unos 5 kms se encuentra éste refugio, se puede acampar hasta la fecha que lo visité (2008, 2013) y los cuidadores te venden pan, küchen, huevos, etc. Es una sola piscina de cemento y al costado un pozo con agua y barro de tipo rústico, la temperatura de estas aguas termales del Volcán Michimahuida bordea los 50 grados. En la bifurcación, continuando hacia el sur hay otros 20 kms de recién asfaltada carretera, hasta llegar a la localidad de Puerto Cárdenas, bahía que se encuentra al borde del extenso lago Yelcho. El asfalto termina en el puente colgante que cruza la desembocadura del mismo lago, continuando por el río del mismo nombre, ruta utilizada por los colonos de Futaleufú para llegar a Chaitén cuando no existía vía terrestre. El camino de la carretera continúa bordeando el lado occidental del lago, con bonita vista hacia este, y al costado derecho tienes los escarpados cerros que a lo lejos y en sus cumbres dejan ver algunos ventisqueros, el más famoso de ellos es el Yelcho.

- Ventisquero Yelcho: el sendero hacia el ventisquero comienza a orilla de camino de la ruta 7, en promedio son 2 horas de trekking hasta un mirador que te permite contemplarlo muy bien, pero si eres más osado y te aventuras a avanzar entre rocas y riachuelos que descienden, te puedes acercar hasta los mismos hielos, es bien peligroso, según me cuentan los lugareños, varios visitantes confiados han muerto aplastados por los macizos de hielo que se desprenden, con precaución logré buenas fotos a los pies del ventisquero. Abajo existe un camping (si se le puede llamar así) con lo ultra básico para hospedarte, lo administra un personaje que tiene más cuentos jaja, nosotros alojamos ahí esa noche, ya eran 57kms desde que dejamos atrás Chaitén y lo que se venía por delante era la famosa Cuesta Moraga, la cual atacaríamos al siguiente día.





Día Martes 8 de febrero, desayuno, levantamos campamento, reviso facebook, hablo por whatsapp (hay señal!) me voy a hacer el sendero del Ventisquero que les detallé arriba, en el sendero te encuentras siempre con personas.

En todo esto, ya me dio pasado las 13 horas, mi compañero se fue adelante con más de 1 hora de ventaja pues optó por no ir al ventisquero, emprendí la subida de la cuesta Moraga, acá es pura mente, es muy psicológica pues serpentea mucho y parece no acabar, son cerca de 9 kms de subida, el factor que se une a esta travesía es el calor, y sofocante calor, no te ayuda en la subida así que debes hidratarte bien, comienzan a ser parte de tu viaje también los molestos "Coliguachos", y los tábanos, uff...

Lo bueno es que el viejo dicho "todo lo que sube tiene que bajar" lo compruebas acá, la bajada es igualmente impresionante, fácilmente alcanzas velocidades cercanas a los 70km/h hay que tener cuidado en las curvas, una caída a esa velocidad en camino de ripio,  acantilados y a cientos de kilómetros de un hospital es cosa a considerar. Al final de la bajada te encuentras con el cruce del camino que va hacia Palena y Futaleufú, acá se encuentra Villa Santa Lucía (en honor a la señora dura para morir...), era una villa de uniformados del CMT (Cuerpo Militar del Trabajo) años atrás, hoy solo una villa más a orilla de camino, acá busqué algún negocio abierto y me fue mal, menos encontrar un restaurante, así que pasé a comer a una casa, le ofrecí dinero y me prepararon huevos revueltos, pan con mantequilla y café. Mi compañero había seguido avanzando, me dejó el recado que me esperaría a orilla de camino más adelante, así que una vez que comí, seguí mi avance hacia el sur, ya eran cerca de las 18hrs cuando dejaba atrás Villa Santa Lucía, me encaminaba hacia el límite de la región de Los Lagos, pedaleando hacia el sur me encontré con varios bikers que hacían cicloturismo, pero iban en dirección norte, seguramente emprendieron la aventura desde el lado argentino, en Ushuaia, anima encontrarse con gente que anda en la misma que tú, aunque sea un saludo al pasar.

Tras un par de horas de pedaleo, el sol comenzaba a esconderse tras las montañas, el reloj marcaba las 20 hrs y continuaba con muy buen ritmo, incluso en las partes de ripio suelto, sorteando calaminas, con tan buen ritmo iba avanzando que casi ignoro un silbido de alguien que estaba en un paradero a orilla de camino, era mi partner que llevaba un buen rato esperándome. Ya era hora de parar y buscar un lugar para acampar, estábamos a la entrada de Villa Vanguardia, un pequeño conjunto de casas cercano a la Carretera Austral, ningún negocio para comprar pan o víveres, tampoco ningún letrero de hostal ni sitios de camping, de hecho casi no aparece en los mapas ruteros dicha localidad, cruzamos la villa, que era un docena de casas y avanzamos por un camino interior buscando un lugar idóneo para acampar a orilla de un enorme río, nos acompañaba media docena de perros ovejeros, no encontramos el lugar señalado por un lugareño, así que volvimos a la carretera, buscamos a orilla de camino un lugar abierto, había mucho pasto y rodeado de un bosque, era el lugar perfecto para acampar, ya no quedaba más luz de día, teníamos agua en nuestras caramayolas, así que ahí nos quedamos.

Miércoles 9 de enero, intentamos salir lo más temprano posible, a las 10 de la mañana fue eso, ya hacía calor, El cielo completamente azul, el verde profundo de los costados del camino, muchas casas a orillas de camino y mucho olor a animales vacunos y bovinos, a eso se dedican principalmente la gente de Aysén, porque por fin estábamos en la región de Aysén, un letrero ya oxidado nos daba la bienvenida al "Camino de Penetración", la meta de ese día era el primer pueblo de la región: La Junta, fue un agradable pedaleo, a excepción del gran calor que sentíamos, de repente nos acercamos hacia una inmensa estructura metálica, era el puente colgante que cruzaba el imponente y caudaloso río Palena, ya estábamos cerca y era aún temprano, más que mal eran solo 54 kms incluidos en el itinerario, pero cruzando el río unas pendientes cortas pero intensas se nos presentan, al igual que en Villa Santa Lucía, después de una pendiente pronunciada llegábamos al pueblo de La Junta, hay gasolinera en la entrada, pasamos a comer lo primero que pilláramos en la servicentro, necesitábamos azúcar! Vimos muchos minibuses y vans que trasladaban a muchos norteamericanos, europeos y judíos... 
- La Junta es un pueblo con mucho movimiento y población flotante, confluyen 3 ríos y 3 valles, aparte de la ganadería y madera, viven mucho del turismo, existen unas termas a 7 kms del pueblo, pero con los 31 grados que había a las 14hrs no nos resultaba atractivo ir a unas termas. La misión era encontrar un hostal disponible en un pueblo con tantos visitantes, después de un par de vueltas dimos con un hostal del promedio de este viaje: 10 mil pesos (US$20) por camas individuales, ducha con agua caliente, desayuno y acceso a wifi. Ese día aprovechamos de recorrer el pueblo, almorzamos un menú con harta carne y carbohidratos, harta cerveza también para aplacar el intenso calor.

Dejamos La Junta una mañana de jueves 10 de enero, teníamos que seguir internándonos en la Carretera Austral, salimos con viento norte y nubes de lluvia, pero no hacía frío, el clima era ideal para pedalear, con un cortavientos era más que suficiente, en la medida que avanzamos 28 kms desde la junta hacia el sur, el camino comienza a bordear un pequeño pero muy bello lago, el Risopatrón, un camino muy bello el que antecede a Puyuhuapi, mencionar que nos llovió levemente durante el camino, pero fue una lluvia refrescante, fue un aliado esta vez. Llegamos a la bahía de Puyuhuapi, este es otro hito ya que nos encontramos nuevamente con el mar, ese mar que tranquilo te baña Chile lindo.
- Puyuhuapi viene a ser un asentamiento de colonos alemanes que el estado chileno subsidió para que se establecieran y desarrollaran la economía de la zona además de colonos chilenos, es un pueblo pintoresco y llegamos justo a la hora de almuerzo, por lo que aplicamos el plato de la zona: Salmón a la plancha con ensaladas, exquisito! teníamos que seguir avanzando eso sí, era temprano y quedaba día, habíamos avanzado 44kms bien relajados. Saliendo de Puyuhuapi notamos algo que nos impresionó, la atención del año 2012 de todo el país se centró en el movimiento social de la región de Aysén, una paralización de faenas, de rutas, de puertos que tuvo en ascuas al gobierno, bueno, lo que vimos fue la cara fea de la policía chilena, un carro lanza aguas de Fuerzas Especiales de Carabineros, el famoso "Guanaco" en medio de tanta belleza natural, de gente tan alejada del egoísmo santiaguino y de los citadinos en general, ahí estaba ese carro acorazado que lanza agua, en fin... había que continuar, a 5 kms al sur de Puyuhuapi, bordeando el mar se encuentran las Termas Marinas, cruzando la Bahía está el Resort exclusivo de las termas de Puyuhuapi, mucho más costosas, 2 alternativas para quien buscara termas, nosotros buscábamos el famoso Ventisquero Colgante, ya estábamos pedaleando dentro del Parque Nacional Queulat, el camino es muy ancho y de planicie prolongada, algo alejado del mar y la bahía.

- Parque Nacional Queulat: Es una vasta extensión de parque dominado por altas montañas patagónicas siempre húmedas, los pueblos cercanos son La Junta, Puerto Puyuhuapi y Puerto Cisnes, posee variados senderos y algunos de estos cuentan con campings bien equipados y guardaparques, el más famoso camping y sendero es el que lleva al Ventisquero Colgante, también el Sendero Bosque Encantado, avanzando 5 kms al sur del Ventisquero Colgante, a orilla de camino fluye agua mineral, atento que está señalizado, para que la prueben.

22 Kms avanzados desde Puyuhuapi al sur llegamos a la entrada del sendero y camping Ventisquero Colgante, un muy bien informado guarda parques nos da la bienvenida y nos explica las tarifas y los atractivos del parque, $2.500.- la entrada al parque y $6.000.- ocupar un sitio para camping, OK nos quedamos ya que habían pocos cupos, habían sido 66kms pedaleados aquel día desde que salimos en la mañana en La Junta, armamos las carpas, y ya que eran las 6 de la tarde, aún quedaban horas de luz solar, por lo que emprendimos el trekking de 2,4 kms hasta el mirador que te permite ver el Ventisquero Colgante en toda su plenitud, es un trekking de dificultad media, bien zigzagueante y muy bello, a medida que te internas hay algunos miradores hacia la bahía de Puyuhuapi donde se puede ver el ya lejano mar, también un mirador hacia la laguna que se forma por la inmensa cascada que cae desde el ventisquero, el impresionante sonido de las tronaduras te impulsan a caminar más rápido, en una de esas logras ver un desprendimiento, al final del sendero es impactante la vista, te conmueve tanta belleza, muchas fotos, también un respiro ya que nos bajamos de las bicis para emprender la caminata de inmediato. Bajamos al camping con un atardecer hermoso, muy contentos del bello día que terminaba, lindo ver familias con sus pequeños recorriendo dichos senderos. Abajo en medio del camping existe un museo con información muy bien recopilada y científicamente expuesta de la flora, fauna y procesos glaciares del parque, ahí nos enteramos de que el ventisquero había retrocedido casi 7 kms desde su primer avistamiento a fines del siglo XIX, increíble.

Viernes 11 de enero y dejábamos atrás el camping, seguíamos avanzando en medio del Queulat, el guarda parques nos advirtió que nuestro andar no sería tan fluido, teníamos que atravesar la Cuesta Queulat, esta se eleva 450 metros sndm, avanzando 5 kms encuentro señalizado "Agua Mineral Queulat", ahí brotaba de la roca y tierra, agua con gas y mineralizada, helada y refrescante, hay que probarla... pero bueno, había que enfrentar la segunda gran cuesta después de la Moraga, ahí recordé lo que nos dijo el guardaparques, el camino es mucho más serpenteado que la cuesta moraga, se extiende unos 7 kilómetros, el calor es abrazador y no hay muchas vertientes ni arroyos de agua, ojo, hay que llevar llenas tus caramayolas para enfrentar esta cuesta, cuando reparas en el paisaje te das cuenta lo impresionante de las montañas, y las rocas mismas a orilla de camino, nuevamente todo lo que sube tiene que bajar. Cuando vas a gran velocidad descendiendo de la cuesta Queulat, a mano derecha de camino hay una fila de vehículos de turismo, motos, todo terrenos... habíamos llegado al Sendero Bosque Encantado.
Bloques de hielo flotando en laguna al final del sendero Bosque Encantado
 Dejamos las bicis y partimos solo con botellas de agua a recorrer estos 2,2 kms de trekking. Su nombre se debe al verde sobre verde que hay en este bosque, al final del camino, al igual que en el Ventisquero Yelcho si te aventuras a ir entre las rocas llegas a una laguna que recibe el torrente de agua, en cierta época del año, se forman témpanos de hielo que flotan sobre la laguna glaciar, es un paisaje casi extraterrestre verlo desde arriba, y lo más aventurero es caminar sobre esos bloques de hielo flotantes, con precaución se puede, yo me animé, los pies debes meterlos al agua y hielo sí o sí.



De vuelta al camino y a nuestras bicis, un tentempié y seguimos nuestro camino descendiendo la cuesta, hasta que llegamos a la bifurcación del camino que une Puerto Cisnes - Puerto Aysén y Coihayque, llegamos al tramo asfaltado más extenso de la Carretera Austral que llega hasta Villa Cerro Castillo, algo más de 230 kms, si bien es un alivio para los brazos y espalda el avanzar en asfalto, el camino es complicado y va en constante ascenso, bordeas el hermoso Río Cisnes, y y a pocos kms avanzados se pasa al lado de la inmensa Piedra Gato, es de lo más sorprendente ya que no dinamitaron este inmenso macizo rocoso, sino que hicieron un puente curvo bordeando la montaña, algo que nunca había visto!, ya atardecía y acá notamos vestigios de protestas a lo largo del camino, un par autos incendiados, consignas rayadas y el flujo vehicular es mayor, la meta de ese día era llegar a Villa Amengual, pero para lograrlo tuvimos que enfrentarnos a una cuesta no muy extensa pero muy pronunciada, fue muy agotador pero a la vez gratificante cuando llegamos casi al final de esta cuesta y nos instalamos en uno de los varios miradores habilitados a orilla de camino en la región de Aysén, 
contemplamos el impresionante valle que habíamos recorrido y dejado atrás, avanzamos raudos y decididos hasta el próximo pueblo, la Villa Amengual, otra villa que en su fundación fue un campamento militar del CMT, un pueblo equipado con todo lo necesario, llegamos a el hostal "El Indio" el hostal de una familia muy simpática, llegamos preguntando primero por alojamiento y sobre todo por comida, ya que no habíamos almorzado, justo estaban celebrando al patriarca de la familia, así que el menú alcanzó para nosotros, degustamos lechón asado con papas cocidas, ensaladas surtidas, ají de salsa y una copa de vino, el día terminaba excelente! nos hospedamos ahí mismo, nos pusimos al día conectándonos a internet, comentar a la familia y amigos que estábamos bien, se dio la conversa con una persona mayor de la casa, nos contaba que por hobby el buscaba vestigios arqueológicos de la cultura Tehuelche (del mapundungún: chewel che "gente bravía"), nos mostró flechas, algunas conchas fosilizadas encontradas en la alta montaña, fue entretenido escuchar sus aventuras y las de la familia, lo que implica vivir ahí y los viajes que tomaban días que debían hacer a caballo para visitar familiares o por necesidades, muchas veces cruzando a la Argentina por víveres más accesibles que en el mismo otrora Chile, pero bueno, había sido un día agotador, por lo que el sueño fue profundo.





miércoles, 4 de septiembre de 2013

Primer tramo: Puerto Montt - Chaitén, días de lluvia y frío.




Es un viernes  4 de enero de 2013, dentro de todo el ajetreo y preocupación por dejar listos mis temas de trabajo para quien me reemplazaría, respiro con alivio porque en mi puesto ya cuento con el documento de vacaciones autorizadas por el gerente, y un pequeño bono del sindicato había sido depositado (pucha que ayudó más adelante).
El vuelo de Santiago - Puerto Montt es el mismo día viernes que salgo del trabajo, a las 21hrs, por lo cual marcho raudo desde la torre Entel (mi lugar de trabajo por ese entonces) hacia calle San Diego a buscar una parrilla nueva; sí, el último día buscando una parrilla debido a que la noche anterior, presentando las alforjas ya con carga, noto que tiene una tremenda fisura, más que mal, esa vieja parrilla me acompañó en el viaje de 2008 a Patagonia y a varios otros, con harto peso, el aluminio al final cede. Y no buscaba cualquier parrilla, era la oportunidad de encontrar la adecuada, una para bicicleta con freno de disco, ya que había adaptado la vieja parrilla con unas abrazaderas por un lado y fijadas a un hilo que poca seguridad me daba por el otro… menos mal se fisuró, así pude encontrar la parrilla adecuada que se sujetaba  al bloqueo, también encontré un collerín de sillín adaptado con hilo para la parte superior de la parrilla, esto porque el cuadro de mi bicicleta Lapierre no contaba con hilo para sujetar la parte superior de la parrilla, los planetas se alinearon definitivamente. Escribo esta anécdota para que se imaginen el susto que tenía al estar a horas de tomar el vuelo y no tener asegurada  quizás la parte fundamental de una aventura de cicloturismo; LA PARRILLA!
     OK, 19 horas, llegamos al aeropuerto, aplicamos checkin, desarme de las bicis y embalaje con el nylon y pulpo, aprovechando de adosar la carpa a cada bici, cuidamos que las patas de cambio no quedaran expuestas, las cubrimos con cartón y cinta de embalaje, se le quita presión a los neumáticos (te lo exigen) y junto a una de las alforjas, conforman tu equipaje que debe pesar los 23 kilos apróx, ésta alforja que se va en el maletero debe ir con todo elemento corto punzante, también latas de conservas si llevas. Arriba en el avión llevas el equipaje de mano, la  otra alforja llena de ropa, el saco de dormir, etc.
    Llegamos a Puerto Montt y tras descargar ambas bicis y una alforja, notamos que no viene mi otra alforja, llené un formulario, nuevamente se me venía la noche y pensaba en que mi viaje se me venía abajo, se había quedado en Santiago la otra alforja, llena de herramientas, la cocinilla… me estaban ofreciendo enviarla al sur por encomienda, pillarme en el camino jaja uff, me indigné con LAN, menos mal enviaron la alforja en el último vuelo que salía de Santiago a Puerto Montt, justo cuando terminábamos de montar todo el aparataje y armar las bicis, llega un funcionario de LAN corriendo con mi alforja en la mano… SALVACIÓN!

En el Aeropuerto Tepual de Puerto Montt nos dieron pasada la medianoche, así que a pedalear 18 kilómetros nocturnos con un clima ventilado, algo nuboso hasta la casa de un gran amigo que nos hospedó esa noche. Ahí comenzó el pedaleo, en el Aeropuerto Tepual, fue ideal para probar nuestras linternas de manubrio, casco y traseras, son esenciales para tu viaje, porque la oscuridad en noches nubladas es total!
Al otro día, buen desayuno, pasamos al Homecenter  a abastecernos de las últimas cosas y a las 14 horas ya estábamos por el sector de Pelluco, que es donde comienza la famosa Ruta 7, Carretera Austral… es el primer tramo que llega hasta Caleta La Arena, unos 46 kms al sur de exigencia leve a media, te vas acostumbrando a pedalear con peso y subir algunas cuestas pequeñas. Avanzados unos 30 kms en dirección sur se encuentra señalizado el acceso hacia el  Parque Nacional Alerce Andino, te desvías hacia el oriente 7 kms, no lo recorrí, nuestra meta ese primer día sábado 5 de enero era Hornopirén, había que alcanzar el ferry del otro día… Respecto al paisaje, vas bordeando la costa, ves el quieto mar a tu derecha, casitas de pescadores y gente que marisca, por el lado oriente, ves las imponentes y verdes montañas, a lo lejos, los volcanes tan típicos de la décima región; las montañas caen abruptas hasta el mar y la carretera se abre paso entre ellos.

Prácticamente todo este primer tramo es asfalto, llegamos a Caleta La Arena. Caleta La Arena; es aquí donde el corazón empieza a latir más fuerte, hasta un susto te recorre en el cuerpo al pensar lo que te espera más hacia el sur, te subes al primero de varios ferrys que te esperan, cruzando el Estuario de Reloncaví. Caleta La Arena es el primer hito en Carretera Austral, Caleta La Arena es testigo de que elegiste la aventura a la comodidad de irte por Argentina, Bariloche y aparecer por Futaleufú y, lo mejor de Caleta La Arena: las empanadas…


Cruzando este tramo en ferry puedes ver en su gran dimensión el Estuario de Reloncaví, esta tremenda entrada de mar en cuyas aguas desembocan los ríos Petrohué, Cochamó y Puelo, unos 45 minutos apróx, llegas al otro extremo: Caleta Puelche, luego a Contao, automáticamente disminuye el tráfico vehicular, el camino ya es de ripio, los rostros de la gente y su acento ya es diferente, a esta altura ya nos había dado las 6 de la tarde, aún quedaba luz de sol, pero por delante 55 kms de curvas, pendientes y camino de ripio hasta Hornopirén, alcanzaríamos?...
    Al avanzar por este tramo si vas por la Ruta 7 te alejas del mar, hay un camino costero que después se une a la Ruta 7, pero es más largo, y lo que menos nos quedaba ese primer día de pedaleo era tiempo y luz de día. Avanzando y pedaleando con muchas ganas y cansancio acumulado, ya a las 22 hrs se nos hizo de noche, encendimos las luces nuevamente y seguíamos pedaleando, pero hasta que a la oscuridad y cansancio de 80 kms avanzados, se nos sumó la lluvia. Comenzó tenue, así que abortamos llegar esa noche a Hornopirén, quedaban 20 kms, al ritmo que llevábamos a esa altura llegaríamos cerca de la 1 am al pueblo, mal, así que vimos unas luces a orilla de camino, era Pichicolo. 
   Pichicolo es una pequeña Bahía, donde te vuelves a encontrar el mar, queda a 17 kms de Hornopirén, a su alrededor encuentras como atractivo las Termas de Pichicolo, se ubican a unos 9 kilómetros de Hornopirén, son posones naturales en medio de densa vegetación.
    Esa noche, ya siendo pasadas las 23hrs, pedimos alojamiento en el enorme patio de una casa que estaba casi a orilla de camino, continuaba chispeando y cayendo goteras, armamos por primera vez las carpas, la aventura el primer día ya era total, mi compañero decidió dormir inmediatamente, no comió, tenía suficiente con el festín de empanadas que nos mandamos mientras esperábamos el ferry en Caleta La Arena… yo decidí hervir agua y comer, su leche con quacker, un café y a dormir, solo las bicis afuera, todo el resto dentro de las carpas, comienza a llover fuerte, no para en toda la noche, logramos conciliar el sueño, despertando a ratos por el viento, pero pusimos enormes piedras a los costados, la humedad en la mañana era solo de la condensación, las carpas Falcon 2 de Nautika se portaron impecables!

Día domingo 6 de enero,  a las 8 de la mañana ya estábamos levantando el  campamento, había que llegar a Hornopiren antes de las 10 am, esos 17 kms de pedal fueron bajo una intensa lluvia, con unas calzas largas abajo, guantes con dedos largos y un cortavientos que al final igual dejó pasar toda el agua, llegamos a Hornopirén, directo a la rampa, ahí estaba el ferry, pero ya no aceptaba más pasajeros, había otro que salía a mediodía (se refuerza con otro ferry en verano para la ruta bimodal hasta Caleta Gonzalo)… compramos nuestro pasaje que es de  $5.000.- por persona,  la lluvia continuaba con la misma intensidad, en los quioscos de madera y techados que existentes, compramos café para calentar el cuerpo, habíamos dejado de pedalear y estábamos completamente mojados, también varias porciones de Küchen… encontramos un camión que esperaba embarcarse, así que le pedimos subir nuestras bicis en la parte trasera, de manera de ahorrarnos $3.500.- que cobran adicional solo por la bici! Increíble… todo esto bajo la incesable lluvia, finalmente subimos al ferry, aseguramos las bicis con los pulpos y cubrimos con nylon las alforjas… buscamos un baño y dimos con uno muy rustico, era el que usaba la tripulación, igual me duché con agua fría y saqué toda la arena y barro de mi ropa y cuerpo, qué agradable sensación esa de estar seco y embarcado, tomando mate y comiendo! la ropa la secamos en el escape de la caldera del ferry, fue ingenioso jaja

    - La Ruta Bimodal que une Hornopirén con Caleta Gonzalo es un tramo obligado para continuar por la Ruta 7, es un paseo inolvidable a través de los fiordos, las montañas caen verticales al mar, la lluvia hace que se formen infinidad de saltos de agua, se ven canales que se abren paso en medio de gigantescas montañas, es un deleite a la vista este tramo que dura entre 4 a 5 horas desde Hornopirén hasta la rampa Leptepu, acá se continúa 10 kms por tierra para continuar por un segundo ferry que parte desde la rampa Fiordo Largo y que atraviesa el Fiordo de Reñihue, lugar recóndito donde tiene su "casita" el gringo Douglas Tompkins, hasta llegar a Caleta Gonzalo, simplemente un espectáculo de la naturaleza la llegada a este lugar. Si se tiene fortuna o qué se yo, te puedes encontrar algunas toninas jugueteando cerca del ferry. Camino por mar-tierra-mar, he ahí ruta bimodal.
 






    Siendo un largo domingo  6 de enero en la tarde habíamos llegado por fin a Caleta Gonzalo, si después del primer ferry disminuía el tráfico vehicular, esta continuación por tierra de la ruta 7 sientes realmente que estás en lo recóndito, sin señal (sólo movistar en la rampa, casi metiéndote al agua), menos con electricidad, agua caliente, qué es eso?


     Esa tarde ya, tipo 19 hrs, nos acampamos en lo que es el Parque Pumalin; este es un Parque Privado con todas las comodidades y bellezas a disposición de los visitantes, hay varios senderos bien señalizados que se internan en el bosque y te llevan a Alerces milenarios, cascadas, lagunas, volcanes (Sendero Laguna Tronador, Sendero de Los Alerces, Sendero Cascadas Escondidas, Michimahuida, entre otros) los lugares para camping son baratos y muy bien equipados, en Caleta Gonzalo viven trabajadores del Parque y te venden pan amasado y víveres básicos, también útiles de aseo, las duchas y baños impecables, el paisajismo acá es un arte que lo hace muy fácil el entorno natural.
     Hay muchas conjeturas de los motivos y del supuesto Sionismo de Douglas Tompkins. Lo cierto y lo que se ve a simple vista es que el lugar que se permite visitar está muy bien cuidado y la preocupación por la conservación se nota, qué cosas se esconden tras eso, y qué gente viene a esos lodges que solo se puede llegar por embarcación o vía aérea, vaya uno a saber, lo dejo al criterio de ustedes, pero por favor, háganselo después de visitar este parque.
    Ya armadas las carpas bajo techo (porque venían aguaceros tremendos y a veces se despejaba, en cosa de minutos) esa noche llovió sin parar, pero estábamos en nuestras carpas, bajo techo y bien abrigados, mención aparte las corbatitas con salsa tuco y queso a destajo de esa tarde noche… uff un manjar! jaja
    Al otro día, lunes 7 de enero, un buen desayuno, pan, huevo, leche, quacker y mate, alforjas listas, nubes amenazantes… comenzamos el "asalto" a Chaitén, 57 kms por delante, salimos a eso de las 11 de la mañana, con el propósito de recorrer los senderos mencionados (que ya había recorrido 2 veces años anteriores), a poco dejar atrás Caleta Gonzalo y avanzar al sur, comienza nuevamente la lluvia, pero acá es demasiado copiosa, es con frío, por lo que decidimos parar 12 kms avanzados y recorrer a orilla de camino y trotando para calentar el cuerpo, el Sendero de Los Alerces, simplemente majestuosos esos milenarios arboles. 
Volvimos a nuestras bicis que nos esperaban en el camino, la verdad no se nos calentó nada el cuerpo, seguía lloviendo, 4 kms al sur llegamos al camping de las Cascadas Escondidas, acá hay un sendero que te lleva a 2 impresionantes saltos tipo velo de novia y cascada. El camping tipo refugio es del standard de Pumalin, con baños, duchas y techo, CERO señal, menos electricidad, acá aplicamos mate, estábamos empapados, conversamos con una mujer francesa que recorría el sendero de las cascadas con su esposo y par de pequeños, es muy poca la gente que te encuentras en este sector, así que la conversación es inevitable, es bueno ese espíritu que se genera… En vista que la lluvia no daba ninguna señal de detenerse, sino aumentar, decidimos continuar, encima de mi primera capa me puse una bolsa de basura y encima el cortavientos, me puse un gorro de lana y luego el casco, la idea es que no se escape, sino mantener el calor del cuerpo, los dedos tullidos hacen casi imposible pasar los necesarios cambios! la cadena muy tensa en las cuestas y con mucha arena… cuidado con cortar cadena!
    Acá nos vimos puestos a prueba, bajo la intensa lluvia, frío y también hambre, ya que no había opción de cocinar para almorzar ni pasar otra noche en camping, una ducha caliente, un plato con mucha carne, un vino tinto y una cama acogedora era un visión que impulsaba cada pedaleada, no pasaba ningún automóvil sino hasta que empezaron a llegar los que venían de la ruta bimodal de ese lunes, eso nos decía que ya era tarde. Bordeamos primero el Lago Negro y luego el Lago Blanco, pasamos por el acceso al camping del Michimahuida, todavía en el Parque Pumalin, a medida que vas avanzando, ya te das cuenta que dejas un Parque Privado y con recursos para cuidar el paisaje, la señalética, la flora. También comienzas a quedar boquiabierto al ser testigo presencial de cómo el Volcán Chaitén arrasó con el bosque nativo, como los ríos arrastraron mucho sedimento y ceniza, es impresionante.
    - Sendero a Volcán Chaitén, unos 15 kms al norte de Chaitén empieza un sendero también en dirección Oriente unas 2 horas de subida al cráter, imperdible.
    El tramo Caleta Gonzalo - Chaitén lo haces alejado del mar, ya llegando a caleta Santa Barbara (lugar donde pretendieron frustradamente refundar Chaitén) se siente el frío más intenso, por la brisa marina, y ya no aguantábamos más, pero estábamos muy cerca de llegar a Chaitén, yo tengo más resistencia y ando más en bici que mi compañero, así que me fui adelante con todo hacia el pueblo a buscar un hostal, saqué unos 15 minutos a mi partner, y logramos encontrar un hostal en la misma avenida de la bahía de Chaitén, frente a la oficina de info turística, $10.000.- una pieza, dos camas, ducha caliente, wifi y desayuno, OK dijimos, "pero sus bicis y todo lo mojado déjenlo atrás en la bodega" nos dijo la señora, hicimos todo rápido, ya eran las 9:30 pm, fue una de las duchas más exquisitas que me dí en este viaje, al fin estábamos en Chaitén! la pieza era un tendedero de ropa húmeda, había que salir a desquitarse al pueblo y a algún restaurant, aplicamos un Barros Luco de entrada para cada uno, de fondo una chuleta doble de cerdo con arroz y 4 botellas de cerveza de litro, atendidos por una bella y sonriente chaitenina, vimos noticias de Santiago esa noche en el restaurante, jaja es divertido que la gente tenga que ver noticias de cómo capean el calor los santiaguinos que están a más de 1.300 kms de los chaiteninos…
Había que ir a dormir, y así lo hicimos.
Continuará…