miércoles, 17 de abril de 2024

Último Tramo: Un pueblito sin calles, Villa O´higgins la meta y final inesperado

 Amanecía ese sábado 19 de enero de 2013, habíamos acumulado 14 días seguidos de pedaleo y senderos en las diversas condiciones climatológicas, con un promedio de avance de 68 kms por día. Por lo que el cansancio acumulado y el intenso calor que había por esos días en la Patagonia, nos hizo decidir descansar ese día completo y recuperar fuerzas.

Paseamos por el pueblo/ciudad Cochrane, nombrada así por el marino austral del siglo XVIII, compramos algunas provisiones para los últimos días que se nos  avecinaban. Para resumir, Cochrane es como un pueblo dedicado al mate y al huemul, hay alusiones de estos dos por todo el pueblo. Se pueden realizar actividades variadas en su entorno, como recorrer la Reserva Nacional Tamango, en donde es posible avistar huemules si es que hay fortuna. Pescar en el río y Lago Cochrane que también es binacional, este lago con las aguas más azules que he visto.

Día domingo bien temprano y dejábamos la casa que nos acogió en las mejores condiciones, fue un verdadero regalo la casa, la comida y el descanso. Seguimos la ruta 7 hacia el sur, camino a ese pueblo que cada cierto documental aparece en TV, Caleta Tortel, pero para eso nos aguardaban decenas de kilómetros de camino de ripio, calaminas y mucho desnivel. A medida que vas avanzando y dejando Cochrane atrás, bordeas a mano izquierda el Lago Esmeralda, luego cruzas el puente del torrentoso río El Salto, asoman algunas casas con sus arboles de cerezas a orilla de camino, aprovechamos ese lindo regalo. La temperatura es la ideal para pedalear y a esta altura los tábanos y coliguachos van disminuyendo, lo cual es un alivio.

Avanzando hacia Tortel, comienza nuevamente a haber bosque templado, atrás queda ese paisaje de estepa que nos acompañó un par de días, acercarse al océano pacífico provoca ese efecto, unas lagunas que se logran divisar y avanzado unos 40 kilómetros comienza un desnivel y curvas espectacular, es a favor, por lo que las velocidades en bajada resultan peligrosas, los vehículos en ruta cada vez son menos, y cada ciertas horas nos pasan vans y mini buses que van a Tortel o esperan tomar el último ferry en Puerto Yungay para seguir al sur. El ritmo de pedaleo es constante y avanzamos harto con mínimo esfuerzo, pero avanzan las horas y no habíamos almorzado, me comenzó un dolor estomacal el cual cada calamina que pasaba se agudizaba más, por lo cual, avanzados unos 80 kilómetros, decidimos buscar un lugar idóneo para descanso, comer y dormir, a esa altura eran como las 17 horas y había sido un buen avance, lo cierto es que me sentía muy mal y al parecer fue por comer un embutido. 

Mi cara de sufrimiento por el dolor estomacal.
El lugar era muy hermoso, hierba verde con algunos caballos pastando, arboles frondosos, con un río a escasos metros, por lo que fue un descanso merecido para recuperarme de mi malestar. Los caballos eran la prueba de que había gente cerca, y es que estábamos muy cerca de la rivera del Río Baker, nos encontrábamos con él nuevamente, y hay muchos caminos que llevan a pequeñas barcazas que lo cruzan, hijos y nietos de colonos que aún viven y mantienen, los menos, la tradición ganadera y maderera, principalmente del Ciprés de la Guaitecas.
Pasamos buena noche y logré recuperarme, el clima nos acompañaba a cada instante, la noche fresca como lo es en Patagonia, el dormir cómodo en una alfombra de pasto ayudó mucho y la mañana soleada de ese día lunes nos invitaba a avanzar hacia nuestro destino del día, la villa sobre pasarelas, el pintoresco Tortel. Levantamos el camping, montamos las alforjas, y comenzamos el pedaleo, el cual a medida que avanzábamos nos introducía en túneles de arboles (coihues, ñirres, cipreses), con una frescura que te llegaba al rostro, el cantar de las aves como si anunciaran que iban pasando extraños por sus territorios

Lo que más me impresionó ese día lunes por la mañana fue el encontrarse a orilla del camino el imponente Río Baker, ya con todos sus afluentes con sus causes entregados, con un color lechoso oscuro, se veía caudaloso, con remolinos constantes en sus aguas, es tan ancho que se forman islas en su mitad. Se me vinieron a la memoria esos capítulos de los años 90 del programa Al Sur Del Mundo, en que mostraban la vida de los colonos Balseros del Baker, transportando madera y ganado en las mismas balsas de troncos de cipreses, haciendo incluso asado arriba de ellas, por fin estaba ahí!


Bajo este espectáculo, uno se motiva y agarra un ritmo de pedaleo elevado, así que logramos avanzar rápido, al cabo de unos 12 kms llegamos a la bifurcación del camino que sigue hacia el sur por la ruta 7 con el camino que va hacia el pacífico, ahí restan 22 kms de pedaleo plano en su mayoría, bordeando la mayor parte el Baker. Ya son pasada las 13 hrs por lo que el estomago comienza a pedir almuerzo, más cuando había perdido harta energía y comido liviano por mi estómago,  así que el deseo de conocer Caleta Tortel y almorzar se complementaron, saqué cierta ventaja a mi compañero y comienza una subida empinada, las montañas son rocosas completamente y tapadas por una capa verde de musgos y árboles que logran echar raíces, impresiona cada paisaje. 


Finalmente, pasada las 14:30 horas llegaba a Caleta Tortel. Algunos datos e historia, la caleta debe su nombre en homenaje a Jean Tortel, marino francés que prestó sus servicios durante la Guerra de Independencia de Chile. A finales de siglo XIX solamente era conocido por exploraciones a los  ríos Baker, Bravo y Pascua, una vez definidos los límites con Argentina, esta región fue entregada en  concesión a un par de magnates y sociedades... pero lo que marcó a fuego y e hizo famosa a Caleta Tortel fue el hallazgo de 59 muertos chilotes, abandonados a su suerte, al parecer para evitar el pago de alguna compañía estanciera de Magallanes, hoy es un monumento al aire libre la "Isla de los muertos". 

Pero ya avanzando en lo contemporáneo, la villa fue llenándose de colonos ilegales, los cuales comenzaron a exigir ayuda estatal, esta finalmente llegó y se creó oficialmente como pueblo en 1954, las casas fueron construyéndose a orilla de muelle, pero el terreno escarpado hace imposible hacer caminos, por lo cual fueron uniendo las casas con pasarelas, las cuales existen y están extendidas hasta el día de hoy, la comuna ya cuenta con posta, carabineros, escuela, gimnasio, aeródromo, en 1997 se inauguró el tramo que la une con la carretera austral, por lo cual terminó su aislamiento, de hecho salió en las noticias internacionales cuando el mismísimo hijo de Diana de Gales, el príncipe Williams haciendo trabajos de voluntariado, también cuenta con señal de telefonía móvil y una central hidroeléctrica  que ha tenido muchos inconvenientes los últimos años, lo cual deja el pueblo a oscuras a aciertas horas. Acá llueve mucho, casi todo el año, pero el sol que nos recibió fue tremendo, el agua del río Baker tiñe toda la bahía y se puede hacer un sendero que va por arriba del pueblo y llega en la playa de Tortel.

Ya ubicados y debido a que andábamos con nuestras bicicletas, encontramos un hostal en la parte de arriba del pueblo, la misma dueña cocinaba a los huéspedes, por lo cual comimos un rico guiso, su posterior siesta y a la tarde nos animamos a hacer el sendero que va por la parte de arriba del pueblo y finaliza en la playa, un lindo camino no exento de barro y humedad en algunas partes, pero que te regala unas vistas impresionantes de la desembocadura del Río Baker, en total se recorre como unos 7 kms, considerando la vuelta por las pasarelas que van a altura del agua y se distribuyen caprichosamente por todos lados. El día se aprovecha mucho pues en estas latitudes en verano se comienza a oscurecer recién a eso de las 23 pm.

Desembocadura del Río Baker
                                               


Llegamos de vuelta al hostal y coincidimos con unos conscriptos que estaban haciendo algunos ejercicios por la zona, tomamos mate a la noche, conversamos con los dueños y confirmaban los datos expuestos de Tortel más arriba, eso sí, el caballero nos contaba que acá antiguamente era refugio de bandidos, de delincuentes que andaban arrancando de la justicia y aprovechaban lo recóndito del lugar, claro, no todos tenían esos antecedentes, pero los hubo.
Al amanecer del día martes 22 de enero nos enfrentábamos al último tramo de esta loca y hermosa travesía, el próximo destino oficial era Villa O´higgins. Por lo que raudos desayunamos bien, armamos las alforjas y partimos con un día nublado y ciertas goteras que acompañaban el camino y hacían el pedaleo más agradable. Nuevamente íbamos por la rivera del Baker, esta vez por mano izquierda, se hizo nada el llegar a la bifurcación de la ruta 7, cercano a los 23 kms recorridos y lo que se venía era todo nuevo, el camino comenzaba con una terrible cuesta, mucho desnivel y ripio suelto, acá nuevamente me ayudó los pedales con fijación, acompañado de la leve lluvia, hacía el camino ideal, se atraviesa por denso bosque, prácticamente es un camino de penetración, sin berma, una belleza que no puedo transmitir, se llega a un plano y el descenso que se avecina nos confirma que nuevamente vamos a encontrarnos con el mar, se hizo muy corto el viaje, llegamos a Puerto Yungay pasada las 15 hrs, llovía, por lo que nos refugiamos en una pequeña cafetería que hay en el muelle.
Cafetería y minimarket en Puerto Yungay
Desde este lugar, a partir del año 2016, las autoridades inauguraron la ruta "Chile por Chile", la cual mediante subsidio, permite unir mediante ferry las comunidades de Puerto Yungay (donde se pueden subir vehículos), Caleta Tortel, Puerto Edén y Puerto Natales, un viaje que dura al menos 42 horas de navegación y el ferry incluye en su pasaje la butaca reclinable a 178°, las 3 comidas, una cafetería con cobro, duchas con agua caliente, yo realicé ese viaje y es hermoso atravesar los canales patagónicos y conocer la comunidad más aislada de Chile: Puerto Edén.
Pero volviendo a Puerto Yungay, el calendario del ferry que atraviesa al otro lado del fiordo partía a las 18 hrs, este ferry es gratis, completamente subsidiado y en parte es una ayuda a Villa O´higgins y mitigar su aislamiento, ya que se nota demasiado que de 10 visitantes, solo 2 siguen hacia el sur, Tortel se lleva toda la atención, además que es más cerca, puesto que la distancia desde el embarcadero sur Rio Bravo hasta Villa O´higgins es de prácticamente 100 kms, y eso en Carretera Austral es mucha distancia, por lo que el itinerario decía que tendríamos que avanzar lo que nos diera el día y alojar en algún refugio que encontrásemos. Todo eso íbamos planificando arriba del ferry, calentitos, con un rico café, afuera llovía con viento, así que los panes iban a cambiar.
Barcaza padre Antonio Ronchi


Una vez que cruzamos el fiordo Mitchell, fuimos los únicos pasajeros que se bajaron sin auto, todos los demás partieron raudos al sur en sus camionetas. La lluvia y el viento nos hicieron replantearnos seguir avanzando ese días, y lo que nos convenció quedarnos fue el lindo refugio paradero que hay en el muelle, como éramos los únicos que estábamos ahí la opción era la mejor, además evitábamos armar carpa, solamente nuestros sacos de dormir, la noche fue muy linda, dejó de llover y el cielo se despejó, dejando ver la luna creciente reflejándose en las aguas calmas del fiordo, dormimos abrigados y despertamos temprano pues siempre pensamos que podría llegar gente ya que era un refugio público.

Partimos esa mañana de miércoles 23 de enero, con la idea fija que este sería nuestro último día de pedaleo extenso, eran 98 kms que nos esperaban y nos hicimos el ánimo, nos tocó un día nublado y que habría a ciertos ratos el sol, también caían gotas de lluvia, el camino es angosto y con partes de ripio suelto, avanzado unos 16 kilómetros al sur está la bifurcación hacia el Río Pascua hacia la derecha, nosotros continuamos por los restantes 82 kms que quedaban, a orilla de camino y por la cercanía del fiordo, se encontraban algunos aserraderos abandonados, casas viejas que servían de refugio, y de frente nos encontramos con la caravana de vehículos que iba al alcance del cruce del primer ferry del día hacia el norte, tuvimos precaución con las piedras que podrían llegarnos y el ligero polvo gracias a la llovizna que nos caía.
Mirar hacia el sur nos mostraba lo recóndito, escarpado, salvaje del terreno, se nota que costó mucho trabajo construir el camino, se veían cordones montañosos que lo bordeaba un pequeño hilo que subía y bajaba junto a la montaña, ese hilo era el que íbamos pedaleando, después supimos que tuvimos que cruzar 3 cordones montañosos, cuando ibas en la parte de arriba, los cóndores planeaban a la misma altura en la que íbamos pedaleando, era lindo y a la vez cómico, pensando en que buscaban que nos quedáramos en estado de cadáver para que se alimentaran jaja


Llegadas las 14 hrs, y tomando en cuenta que habíamos partido temprano, decidimos almorzar a orilla de camino, fue todo un desafío debido al fuerte viento que corría, sacamos agua de un riachuelo, exquisita agua, en momento que comíamos nos pasó la caravana que iba hacia el sur, y tras unos minutos después pasaron 2 cicloturistas de República Checa, eran mayores pero con un espíritu y fuerza muy joven, ellos venía con todo así que siguieron a destino, nos quedaba la mitad del camino y eran pasada las 15 hrs, la meta estaba ahí, aún era posible llegar con luz de día, y es que pasando el tercer cordón de montaña, comenzamos a pedalear por un plano, a orillas de lagunas o lagos, con aguas muy oscuras, asomaban casas a orilla de camino con jardines y paisajes idílicos, ya se notaba rastros de civilización y que había un pueblo cercano, claro que hay unas vueltas que te demoran la llegada, ya que se nota que es un terreno muy acuoso, se tuvieron que hacer terraplenes y diques para que pasara el camino, todo muy bien

 El cansancio acumulado se mezclaba con la ansiedad de llegar, a medida que avanzaba recordaba el primer día que comenzaba esta aventura, llegando al aeropuerto sin una de mis alforjas, de la gente que nos fuimos encontrando en el camino, los lugareños y sus historias de esfuerzo, abandono y sacrificio. también meditaba en lo lindo y diverso que es nuestro país en paisajes, que hace que venga gente de todo el mundo a vivir lo que estaba viviendo, que se puede viajar por Chile sin demasiado dinero y que todo esfuerzo es recompensado, pensaba en la inmensidad del territorio y de todo lo que me faltaba por conocer, puesto que la carretera, sus senderos y caminos interiores son solo una pincelada de lo que es la Patagonia, ya me ponía nostálgico e imaginaba cuando nuevamente iba a hacer la carretera en bicicleta, quizás con hijos como lo vi en varias oportunidades. Pero era momento de alegría por el tremendo logro que estábamos haciendo y por el tiempo en que se hizo, apegado en un 90% al itinerario que nos habíamos propuesto en Santiago, era ambicioso y de verdad que los kilómetros en la ruta pesan el doble, pero lo hicimos en 19 días, y hubo un día completo de descanso en Cochrane.
El sol ya se escondía tras las inmensas y siempre nevadas montañas de nuestro lado poniente, el camino era super bueno, y lleno de avisos de excursiones, hostales, campings, pero el hito que nos importaba estaba por fin a la vista, siendo las 20:50 hrs, habíamos llegado a Villa O´higgins.


El día terminaba en un camping dentro del pueblo, con una cocina y comedor común en el que nos reencontramos con los cicloturistas Checos, con los cuales obviamente tomamos mucha cerveza y compartimos experiencias con otros viajeros que habían llegado unos días antes, algunos viajando desde el sur, provenientes de Ushuaia y había cruzado por El Chaltén y Laguna del Desierto.
Nuestro vuelo de retorno era el día 27 y era miércoles 23, por lo que había que planificar el o los días que estaríamos en Villa O'Higgins, habían muchas opciones, hasta tomar una lancha que nos llevase por el lago O´Higgins, el más profundo de Sudamérica a ver los glaciares, pero se salía de presupuesto, ya que no es subsidiado, lo otro era hacer trekking a ver otro glaciar por tierra, pero lo que más planificación requería era cómo llevaríamos de vuelta nuestras 2 bicicletas más las alforjas y todo el equipaje... eso estaba complicado, ya que salían buses día por medio y era temporada alta, si bien podíamos asegurar pasaje para nosotros, no así con las bicis, ya que eran buses pequeños. Dormimos esa noche y priorizamos la compra de los pasajes a Cochrane, dimos vueltas y preguntamos hasta en carabineros, en esa vuelta pinché mi rueda trasera, había recorrido más de 1.300 kms y me pasaba esto ahora sin ningún peso, pero bueno, se reparó, y llegamos a un minimarket que vendía provisiones pero que también las hacía de correo de varios pobladores, disponían de un camión que iba una vez a la semana a Coyhaique, conversamos y coordinamos los viajes, acordamos irnos antes, el día viernes 25 de enero teníamos bus a Cochrane, y el camión hacía el viaje a Coyhaique el sábado 26, de una sola ida, sin escalas, así que decidimos confiar y les dejamos nuestras bicicletas y esperar el camión cuando estuviéramos cerca de Coyhaique o Balmaceda, pero primero teníamos que marcar el hito más importante, por lo cual fuimos 8 kilómetros al sur en nuestras bicis, hasta el embarcadero del lago O´Higgins, Bahía Bahamondez, que es donde se termina oficialmente el camino de la Ruta 7, carretera Austral:



A la tarde de ese jueves 24 de enero decidimos ir al trekking al Parque Cerro Santiago, que al final de su camino tiene un mirador a un glaciar, el tema es que era algo tarde y el sendero no estaba muy bien marcado, pero sí nos quedamos con hermosas postales del atardecer hacia el lago y las montañas que rodean el pueblo. Nos dirigimos del vuelta al camping y salimos a comer y celebrar con carne y vino como se debía. Habíamos finalizado nuestras actividades en el pueblo y había que empacar para la salida temprana del bus hacia Cochrane.

La vuelta en bus la resumiré en tediosa, caótica, por las vueltas y vueltas que da, por los malos olores de algunos gringos que no tiene como habito bañarse todos los días o usar desodorantes, jaja
Por lo cual tratamos de dormir ese trayecto, se llegó a Cochrane luego de 6 horas o más de viaje, aojamos en la casa de nuestros amigos pero esta vez había gente, por lo que nos agasajaron con una rica cena. AL otro día, sábado 26 de enero, nuevamente bien temprano tomamos el bus que nos llevaría hasta Coyhaique, el bus hace una parada intermedia para almorzar en Puerto Tranquilo, el camino es largo pero llegando a Cerro Castillo comienza nuevamente el camino de asfalto y concreto, lo que es un alivio y el bus avanza más rápido, ya cruzando la Reserva Cerro Castillo, nos aproximamos al cruce de la ruta 7 con el camino que va hacia Balmaceda, es ahí donde nos bajamos con nuestras alforjas, bolsos de mano, mochilas y sacos de dormir, llegamos a ese cruce cerca de las 15 hrs, tuvimos que esperar a orilla de camino al menos unas 4 horas, ya cercano a las 19 horas, estábamos muy pendientes del camión que traería nuestras bicis, éramos pura fe a esas alturas, y es así como por fin llegó nuestro amigo Patagónico, estábamos aliviados y felices, nunca habíamos hablado de precio, así que le pasamos $10.000.- nuestras bicis prácticamente era la única carga que traía, pues venía a abastecerse a la capital regional. Montamos alforjas y equipaje y comenzaba el último pedaleo oficial hacia el sur en dirección al pueblo fronterizo de Balmaceda, se caracteriza por el fuerte viento, pero esta vez no había, se nos hizo de noche y la luna llena hacía que no necesitáramos luces frontales para la visibilidad, llegamos al pueblo y costó encontrar alojamiento, ya casi la medianoche nos recibió en su hostal una señora a la que le compramos algunos recuerdos para llevar a los familiares en Santiago.
Nuestro vuelo salía a pasado las 14 horas del día domingo 27 de enero, la mañana fue para buscar cartón y huincha adhesiva para embalar nuestras bicicletas y no fueran a cobrar sobre equipaje, costo pues era domingo en un pueblo en que no se veía gente en las calles, pero por fin hicimos check in, pasaron a equipaje de bodega nuestras bicis y el viaje de vuelta iba lleno de experiencias y recuerdos, y con las infinitas ganas de volver siempre.