Martes 15 de enero, un gallo cantaba
bien temprano y reiteradas veces, había que levantarse. Esa noche dormimos muy
bien, era una alfombra de pasto, por lo cual el descanso fue muy reparador,
luego de desayunar, levantar nuestro camping e intercambiar palabras con
el dueño del sitio, nos despedíamos de Vista Hermosa, no sin antes regalar una yerba mate nueva al buen hombre que nos había dejado acampar en su propiedad.
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Parque Nacional Cerro Castillo aviso de "Huemules en
en la ruta" |
Virtualmente estábamos a la entrada
de la Reserva Nacional Cerro Castillo, unas cuestas medianamente pronunciadas
nos daban la bienvenida, la carretera asfaltada se interna en medio de un
bosque bien particular pues predomina la Lenga y el Ñirre, lo cual lo hace ver
muy uniforme, digno de paisajes de Alaska. Riachuelos y arroyos bordean el
camino y algunos acantilados a lo lejos. Pero lo que me tenía ansioso en ese
momento y me aceleraba el corazón era la posibilidad cierta de avistar a
Huemules en su estado natural, sí, a orilla de camino! esta expectativa nos
hizo pedalear a un ritmo lento pero siempre continuo, con la vista fija en cada
orilla del bosque. Más se alimentaban nuestras esperanzas de ver Huemules
cuando la señalética advertía del cruce de estos y mantener una velocidad
prudente (nos contaban más adelante en Cochrane que hace unos años una mujer europea cumplió pena efectiva de cárcel por atropellar y dar muerte a un Huemul
con su automóvil).
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Parque Nacional Cerro Castillo |
Bueno, el hecho es que avanzamos y
avanzamos en medio del parque, pasamos por la famosa Piedra del Conde a mano
derecha yendo al sur, pero ni rastros de los ansiados huemules, después
sabríamos que los huemules casi no bajan al nivel de la carretera en época
veraniega, por 2 razones, 1.- Están criando y 2.- no hay mucha nieve por lo cual
pueden conseguir su alimento sin necesidad de bajar al nivel de la carretera.
Ya bien avanzados dentro de la reserva y avanzados en el día, el camino se
vuelve más árido y pareciera que vas pedaleando por Farellones o Cajón del
Maipo (sectores cordilleranos en la región Metropolitana de Santiago en los
cuales se internan caminos asfaltados, bordeas un río en medio de un cajón),
uno que otro automóvil y buses pequeños que se dirigen hacia y desde Coyhaique
- Cochrane, también unos europeos que
vienen en sentido sur – norte, la velocidad que llevas no da para nada más que
un “hola!”… ya resignado a no divisar ningún huemul comenzamos a aumentar el
ritmo, y en esto es que comienza la bajada, un camino que serpentea mucho, es
la famosa "Cuesta del Diablo", quizá por lo peligrosa le llamarán así, a mitad de
bajada existe un mirador en el que contemplas todo el valle del Río Ibáñez, que
alimenta al gran Lago General Carrera, también se ve imponente el Cerro
Castillo, por su figura de castillo recibe su nombre (subiendo al ventisquero
Yelcho y luego en el Parque Queulat conversaba con un par de extranjeros que
tenían como meta escalar dicho cerro, que en sí es una montaña muy vertical,
espero lo hayan logrado).
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"Cuesta del Diablo", de fondo las montañas
de los campos de Hielo Norte |
Aplicamos e inmortalizamos con su respectiva foto y
al final de la cuesta tienes 2 opciones, hay una bifurcación en la cual una te
aleja de la ruta 7 en dirección suroriente hacia Puerto Ingeniero Ibáñez, a
orillas del Lago General Carrera, acá puedes tomar un ferry, cruzar el lago y
llegar a Chile Chico, el famoso pueblo fronterizo con Argentina, famoso por su
microclima y por eso mismo, que puedes cosechar casi cualquier cosa que
plantes… nosotros continuamos por la ruta 7, mi primer encuentro con el gigante
General Carrera se postergaba, pues lo encontraríamos decenas de kms adelante,
elegimos ir en dirección al pueblo de Villa Cerro Castillo, un pueblo a los
pies del imponente cerro y bordeado por el caudaloso Río Ibáñez, un pueblo con
tradición de gaucho, criadores de ovinos y domadores de caballos, muy
costumbristas, lo cierto es que llegamos a este pueblo y lo hicimos a las 14
hrs, con una sensación térmica de 30° a la sombra, era un pueblo casi fantasma,
todos escondidos del sol, decidimos comprar algo para comer y cargar nuestros
celulares que nos servían de cámara fotográfica y GPS, me puse al día de lo que
sucedía en el mundo exterior, almorzamos y dormimos una siesta en la plaza
pública del pueblo y ya siendo las 16:30 decidimos que teníamos que continuar…
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Río Ibáñez |
En este continuar había algo muy peculiar, pues en Villa Cerro Castillo termina
todo camino asfaltado, y es un cambio drástico para tus muñecas y zona lumbar,
nuevamente comenzaba quizás un martirio pero al que avanzados los kilómetros ya
te volvías a adaptar, el camino que deja el pueblo es derechamente malo, con
cuesta arriba, curvas, piedras y bolones filudos, seco, sin arboles ni arroyos
a orilla de camino, un paisaje digno para la nieve, pero no para 30° o más, la
vista al Cerro y al Valle del Río Ibáñez es imponente y sobrecogedora eso sí.
Ya avanzando 8 kilómetros vuelve el verde que tanto nos gusta de la Patagonia,
bosques, arroyos, sombra en definitiva. En el kilómetro diez, después de dejar
atrás una corta pero intensa pendiente y curvas pasamos a pedir agua a una casa
a orilla de camino, nos atendió una señora bien amable, nuevamente intercambiamos palabras, conversar con los lugareños es muy fácil por estos
lados, y nos contaba que ella se dedicaba al ecoturismo, vivía tal cual su día
con gente extraña, algo que está muy de moda, pues es precisamente eso lo que
buscan muchos quienes visitan este sur recóndito, y nos extendió la invitación
a quedarnos, pues al otro día iban a capar a los corderos, con su respectivo
asado patagón…
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Par de caballos, de fondo el imponente Cerro Castillo |
“wow! Muchas gracias, pero debemos seguir avanzando señora” le
dijimos, aparte que la invitación no era gratis, jaja Ya hidratados avanzamos
por el camino de ripio en mejores condiciones, a mano izquierda vemos la Laguna
Verde, un lago pequeño con un color único, un verde esmeralda muy marcado, su
respectiva foto y continuábamos, cruzamos el puente El Manso,
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Laguna Verde |
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Revisando GPS en puente El Manso |
Lo cruza el río
que alimenta a Laguna Verde, es un paisaje único ya que más adelante bordeas el
Río Ibáñez el cual se abrió paso en medio del bosque, ahogándolo, es el famoso
Bosque Muerto, provocado por los sedimentos y cenizas de la erupción del Volcán
Hudson, recuerdo las noticias del año 1991, cuando hizo su última erupción y
cómo evacuaban a los lugareños con sus animales, jamás pensé estar en ese lugar
que a mis cortos 9 años tenía la más remota idea de donde quedaba ese famoso
volcán Hudson, pero ahí estaba, pedaleando al borde de un hermoso y tétrico
bosque inundado, con cenizas y aguas perpetuas en sus raíces, y al fondo del
valle, allá en dirección hacia el sol iba escondiéndose veía al culpable, un
puntiagudo y siempre nevado volcán.
A todo esto, desde que salimos cerca
de las 10 de la mañana de Vista Hermosa, cruzar por la reserva Cerro Castillo y
luego el pueblo del mismo nombre hasta el bosque muerto ya teníamos más de 65
kms avanzados, la tarde ya avanzaba y el espacio entre cerro tipo montaña a
nuestra izquierda y río inundando el bosque era mínimo, imposible para poner
nuestras carpas, en esto avanzamos varios kilómetros, con un tremendo viento en
contra hasta que encontramos un minibosque con harta arena en el borde del río,
ya se hacía tarde por lo que no arriesgamos seguir buscando algo mejor más
adelante, teníamos el agua de nuestras caramayolas y era suficiente.
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Valle del Río Ibáñez |
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Bosque Muerto |
El terreno
era arenoso, ideal para dormir algo cómodo, pero acá el viento era de tal
magnitud que nuestras carpas casi se elevaban con todo el peso de las alforjas,
no paraba dicho viento, todo se llenaba de arena, proyectamos una noche bajo
ese viento y pensamos que no íbamos a dormir nada… así que con el miedo al
Hanta virus, nos fuimos hacia los árboles y
arbustos de este minibosque y el cambio fue absoluto, los arboles nos
protegían del viento, de igual manera aprovechamos el viento y el turbio río,
nos dimos un buen baño con jabón y shampoo, y se nos ocurrió la genial idea de
lavar toda nuestra ropa sucia, se nos secaron en menos de 15 minutos, fue
increíble el viento… su buena comida, ningún rastro de desechos
alimenticios ni basura que pudiera
atraer a un roedor colilarga y a dormir, fue una noche difícil, pasaban autos y camiones de madrugada a gran velocidad y el viento generaba olas en el caudaloso río que igual hacían ruido, las carpas quedaron en un terreno a
desnivel, pero el cansancio acumulado hizo que finalmente conciliáramos el
sueño
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Pequeño y curioso Zorro cerca del camping |
Miércoles 16 de enero, de mañana se
siente ruido y voces de gente, en nuestro camping improvisado, asomo mi cabeza
y eran colonos que atravesaban en un bote del otro lado del río hacia el borde
de la carretera, quizás de qué recóndito lugar venían. El desayuno de esa
mañana no fue el mejor pero intentamos que fuera contundente, un tarro conservero
de macedonia, azúcar a la vena, un pan ya añejo y un café… el ritual habitual
de levantar todo el camping, ordenar y acomodar las alforjas y cuanto utensilio
llevamos, a esta altura quizás no estábamos disfrutando mucho la travesía, son
cosas que desgastan, pero acá entra a jugar la fortaleza mental, la tolerancia
y la expectativa de lo que se viene por delante, que por lo cierto es todo
nuevo.
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Bosque Muerto |
Comenzamos a pedalear nuevamente, una mañana completamente despejada,
contra un viento en contra que aveces te detenía, casi la totalidad de ese
valle del bosque muerto tiene mucho viento del oeste, y a medida que avanzábamos
varios kilómetros, nos dimos cuenta que haber acampado en esa playita al borde
del río había sido una decisión correcta. El camino comienza en un ascenso que
de a poco se hace más pronunciado, dificulta enormemente el ripio suelto,
imaginen estos factores: cansancio acumulado de varios días de pedaleo, ir con
carga, con sol y calor, soportar a los tábanos y "colihuachos", en subida y con
ripio suelto y calamitas… pero saben? Lo estaba disfrutando :D me probaba a mí
mismo cuan fuerte estaba física y mentalmente, la vista desde la elevación
compensaba el esfuerzo. A esta altura del viaje, vale decir, el tramo de camino
que une Villa Cerro Castillo con Bahía Murta, me llamaron la atención 2 cosas,
de las cuales ya me había percatado antes: 1.-
La gran cantidad de casas abandonadas a orilla de camino y 2.- las grutas y ánimas en recuerdo de los
soldados que trabajan para la división de obras del ejército, muchos de ellos
jóvenes convictos que encontraron trágico fin dinamitando caminos imposibles de
penetrar en su génesis, pero que finalmente sí se pudo… en total contabilicé en
mi viaje 17 memoriales a orilla de camino por estas muertes.
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Camino al Valle Murta |
La elevación de
este tramo llega a su punto cúspide en un tipo de anima a un tal San Sebastián,
punto de encuentro y descanso, acá esperé a mi compañero que venía rezagado…
siendo generoso con él, lo esperé una media hora, tiempo en el que vi a varios
vehículos detenerse ahí, pasar un par de minibuses desde y hacia Cochrane, etc…
me comí mi último pan duro de reserva y decidí continuar avanzando solo…
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Cruzando Río Murta |
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Túnel de Coihues a la entrada de Murta |
Acá comienza un descenso al borde del
Valle Murta, no me extenderé demasiado, decir solamente que es hermoso, hay que
bajar con cuidado y a medida que vas bajando comienzas a bordear el Río Murta,
cuando ya estás abajo a nivel es sencillamente espectacular, un agua turquesa,
un color único, que tan solo podría alimentar a un lago igual o más bello… se
aceleraba mi corazón mirar mi GPS y mi ciclocomputador al ver que me aproximaba
más y más al gran General Carrera, esto hizo que aumentara mi ritmo en un
camino parejo, logrando promediar 38 km/h, sin duda ya había aventajado
demasiado a mi compañero, lo peor de esto es que iba con mucha hambre y sed,
pero el ritmo que llevaba era muy bueno, así que decidí ir fuerte y derecho
hasta el desvío de Bahía Murta, ya que dicho pueblo queda retirado unos 5 kms
de la Carretera Austral, haciendo que la gran mayoría continúe de largo hacia
el accesible y concurrido Puerto Río Tranquilo, esto fue estrategia para
encontrar hospedaje y comida más barata y de paso conocer este lindo pueblo. Nuevamente
al llegar a este cruce y entrada a Bahía Murta espero varios minutos a mi
compañero, y nada, ni luces, yo ya tenía señal en mi celular por lo cual
apliqué SMS y partí hacia el pueblo, en el camino de entrada se huele la Murta,
muy simpático, lo primero fue llegar a una oficina turística, comprar algo para
comer y esperar a mi compañero. Tal fue dicha espera que estaba preocupado,
tiempo en el que me distraje tomando mate con las señoras de la oficina
turística, mirando fotos de los colonos en blanco y negro y jugando fútbol con
2 pequeños amigos.
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Alex a la izquierda, Bryan a la derecha,
pequeños amigos de Murta |
Después de 2 horas aproximadamente
veo llegar a mi compañero al pueblo, venía muy enojado y molesto, dejé que
descargara su rabia por la imprudencia de alejarnos tanto sin esperar al otro,
y claro, era entendible, pero también era entendible la ansiedad de llegar a
destino que tenía yo. Fuera de esto, ambos estábamos sanos y salvos. A buscar
hostal y comida contundente se había dicho, estábamos con el Lago a nuestros
pies!!!
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Lago General Carrera desde el extremo norte en Bahía Murta |
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Lago General Carrera mirando hacia el sur |