miércoles, 29 de enero de 2014

Valles de vida y muerte, vientos y sol implacable.

Martes 15 de enero, un gallo cantaba bien temprano y reiteradas veces, había que levantarse. Esa noche dormimos muy bien, era una alfombra de pasto, por lo cual el descanso fue muy reparador, luego de desayunar, levantar nuestro camping  e intercambiar palabras con el dueño del sitio, nos despedíamos de Vista Hermosa, no sin antes regalar una yerba mate nueva al buen hombre que nos había dejado acampar en su propiedad.


Parque Nacional Cerro Castillo aviso de "Huemules en
en la ruta"
Virtualmente estábamos a la entrada de la Reserva Nacional Cerro Castillo, unas cuestas medianamente pronunciadas nos daban la bienvenida, la carretera asfaltada se interna en medio de un bosque bien particular pues predomina la Lenga y el Ñirre, lo cual lo hace ver muy uniforme, digno de paisajes de Alaska. Riachuelos y arroyos bordean el camino y algunos acantilados a lo lejos. Pero lo que me tenía ansioso en ese momento y me aceleraba el corazón era la posibilidad cierta de avistar a Huemules en su estado natural, sí, a orilla de camino! esta expectativa nos hizo pedalear a un ritmo lento pero siempre continuo, con la vista fija en cada orilla del bosque. Más se alimentaban nuestras esperanzas de ver Huemules cuando la señalética advertía del cruce de estos y mantener una velocidad prudente (nos contaban más adelante en Cochrane que hace unos años una mujer europea cumplió pena efectiva de cárcel por atropellar y dar muerte a un Huemul con su automóvil).
Parque Nacional Cerro Castillo
Bueno, el hecho es que avanzamos y avanzamos en medio del parque, pasamos por la famosa Piedra del Conde a mano derecha yendo al sur, pero ni rastros de los ansiados huemules, después sabríamos que los huemules casi no bajan al nivel de la carretera en época veraniega, por 2 razones, 1.- Están criando y 2.- no hay mucha nieve por lo cual pueden conseguir su alimento sin necesidad de bajar al nivel de la carretera. Ya bien avanzados dentro de la reserva y avanzados en el día, el camino se vuelve más árido y pareciera que vas pedaleando por Farellones o Cajón del Maipo (sectores cordilleranos en la región Metropolitana de Santiago en los cuales se internan caminos asfaltados, bordeas un río en medio de un cajón), uno que otro automóvil y buses pequeños que se dirigen hacia y desde Coyhaique -  Cochrane, también unos europeos que vienen en sentido sur – norte, la velocidad que llevas no da para nada más que un “hola!”… ya resignado a no divisar ningún huemul comenzamos a aumentar el ritmo, y en esto es que comienza la bajada, un camino que serpentea mucho, es la famosa "Cuesta del Diablo", quizá por lo peligrosa le llamarán así, a mitad de bajada existe un mirador en el que contemplas todo el valle del Río Ibáñez, que alimenta al gran Lago General Carrera, también se ve imponente el Cerro Castillo, por su figura de castillo recibe su nombre (subiendo al ventisquero Yelcho y luego en el Parque Queulat conversaba con un par de extranjeros que tenían como meta escalar dicho cerro, que en sí es una montaña muy vertical, espero lo hayan logrado). 
"Cuesta del Diablo", de fondo las montañas
de los campos de Hielo Norte
Aplicamos e inmortalizamos con su respectiva foto y al final de la cuesta tienes 2 opciones, hay una bifurcación en la cual una te aleja de la ruta 7 en dirección suroriente hacia Puerto Ingeniero Ibáñez, a orillas del Lago General Carrera, acá puedes tomar un ferry, cruzar el lago y llegar a Chile Chico, el famoso pueblo fronterizo con Argentina, famoso por su microclima y por eso mismo, que puedes cosechar casi cualquier cosa que plantes… nosotros continuamos por la ruta 7, mi primer encuentro con el gigante General Carrera se postergaba, pues lo encontraríamos decenas de kms adelante, elegimos ir en dirección al pueblo de Villa Cerro Castillo, un pueblo a los pies del imponente cerro y bordeado por el caudaloso Río Ibáñez, un pueblo con tradición de gaucho, criadores de ovinos y domadores de caballos, muy costumbristas, lo cierto es que llegamos a este pueblo y lo hicimos a las 14 hrs, con una sensación térmica de 30° a la sombra, era un pueblo casi fantasma, todos escondidos del sol, decidimos comprar algo para comer y cargar nuestros celulares que nos servían de cámara fotográfica y GPS, me puse al día de lo que sucedía en el mundo exterior, almorzamos y dormimos una siesta en la plaza pública del pueblo y ya siendo las 16:30 decidimos que teníamos que continuar… 


Río Ibáñez
En este continuar había algo muy peculiar, pues en Villa Cerro Castillo termina todo camino asfaltado, y es un cambio drástico para tus muñecas y zona lumbar, nuevamente comenzaba quizás un martirio pero al que avanzados los kilómetros ya te volvías a adaptar, el camino que deja el pueblo es derechamente malo, con cuesta arriba, curvas, piedras y bolones filudos, seco, sin arboles ni arroyos a orilla de camino, un paisaje digno para la nieve, pero no para 30° o más, la vista al Cerro y al Valle del Río Ibáñez es imponente y sobrecogedora eso sí. Ya avanzando 8 kilómetros vuelve el verde que tanto nos gusta de la Patagonia, bosques, arroyos, sombra en definitiva. En el kilómetro diez, después de dejar atrás una corta pero intensa pendiente y curvas pasamos a pedir agua a una casa a orilla de camino, nos atendió una señora bien amable, nuevamente intercambiamos palabras, conversar con los lugareños es muy fácil por estos lados, y nos contaba que ella se dedicaba al ecoturismo, vivía tal cual su día con gente extraña, algo que está muy de moda, pues es precisamente eso lo que buscan muchos quienes visitan este sur recóndito, y nos extendió la invitación a quedarnos, pues al otro día iban a capar a los corderos, con su respectivo asado patagón… 
Par de caballos, de fondo el imponente Cerro Castillo


“wow! Muchas gracias, pero debemos seguir avanzando señora” le dijimos, aparte que la invitación no era gratis, jaja Ya hidratados avanzamos por el camino de ripio en mejores condiciones, a mano izquierda vemos la Laguna Verde, un lago pequeño con un color único, un verde esmeralda muy marcado, su respectiva foto y continuábamos, cruzamos el puente El Manso

Laguna Verde
Revisando GPS en puente El Manso
Lo cruza el río que alimenta a Laguna Verde, es un paisaje único ya que más adelante bordeas el Río Ibáñez el cual se abrió paso en medio del bosque, ahogándolo, es el famoso Bosque Muerto, provocado por los sedimentos y cenizas de la erupción del Volcán Hudson, recuerdo las noticias del año 1991, cuando hizo su última erupción y cómo evacuaban a los lugareños con sus animales, jamás pensé estar en ese lugar que a mis cortos 9 años tenía la más remota idea de donde quedaba ese famoso volcán Hudson, pero ahí estaba, pedaleando al borde de un hermoso y tétrico bosque inundado, con cenizas y aguas perpetuas en sus raíces, y al fondo del valle, allá en dirección hacia el sol iba escondiéndose veía al culpable, un puntiagudo y siempre nevado volcán.
A todo esto, desde que salimos cerca de las 10 de la mañana de Vista Hermosa, cruzar por la reserva Cerro Castillo y luego el pueblo del mismo nombre hasta el bosque muerto ya teníamos más de 65 kms avanzados, la tarde ya avanzaba y el espacio entre cerro tipo montaña a nuestra izquierda y río inundando el bosque era mínimo, imposible para poner nuestras carpas, en esto avanzamos varios kilómetros, con un tremendo viento en contra hasta que encontramos un minibosque con harta arena en el borde del río, ya se hacía tarde por lo que no arriesgamos seguir buscando algo mejor más adelante, teníamos el agua de nuestras caramayolas y era suficiente. 
Valle del Río Ibáñez
Bosque Muerto
El terreno era arenoso, ideal para dormir algo cómodo, pero acá el viento era de tal magnitud que nuestras carpas casi se elevaban con todo el peso de las alforjas, no paraba dicho viento, todo se llenaba de arena, proyectamos una noche bajo ese viento y pensamos que no íbamos a dormir nada… así que con el miedo al Hanta virus, nos fuimos hacia los árboles y  arbustos de este minibosque y el cambio fue absoluto, los arboles nos protegían del viento, de igual manera aprovechamos el viento y el turbio río, nos dimos un buen baño con jabón y shampoo, y se nos ocurrió la genial idea de lavar toda nuestra ropa sucia, se nos secaron en menos de 15 minutos, fue increíble el viento… su buena comida, ningún rastro de desechos alimenticios  ni basura que pudiera atraer a un roedor colilarga y a dormir, fue una noche difícil, pasaban autos y camiones de madrugada a gran velocidad y el viento generaba olas en el caudaloso río que igual hacían ruido, las carpas quedaron en un terreno a desnivel, pero el cansancio acumulado hizo que finalmente conciliáramos el sueño


Pequeño y curioso Zorro cerca del camping







Miércoles 16 de enero, de mañana se siente ruido y voces de gente, en nuestro camping improvisado, asomo mi cabeza y eran colonos que atravesaban en un bote del otro lado del río hacia el borde de la carretera, quizás de qué recóndito lugar venían. El desayuno de esa mañana no fue el mejor pero intentamos que fuera contundente, un tarro conservero de macedonia, azúcar a la vena, un pan ya añejo y un café… el ritual habitual de levantar todo el camping, ordenar y acomodar las alforjas y cuanto utensilio llevamos, a esta altura quizás no estábamos disfrutando mucho la travesía, son cosas que desgastan, pero acá entra a jugar la fortaleza mental, la tolerancia y la expectativa de lo que se viene por delante, que por lo cierto es todo nuevo. 
Bosque Muerto
Comenzamos a pedalear nuevamente, una mañana completamente despejada, contra un viento en contra que aveces te detenía, casi la totalidad de ese valle del bosque muerto tiene mucho viento del oeste, y a medida que avanzábamos varios kilómetros, nos dimos cuenta que haber acampado en esa playita al borde del río había sido una decisión correcta. El camino comienza en un ascenso que de a poco se hace más pronunciado, dificulta enormemente el ripio suelto, imaginen estos factores: cansancio acumulado de varios días de pedaleo, ir con carga, con sol y calor, soportar a los tábanos y "colihuachos", en subida y con ripio suelto y calamitas… pero saben? Lo estaba disfrutando :D me probaba a mí mismo cuan fuerte estaba física y mentalmente, la vista desde la elevación compensaba el esfuerzo. A esta altura del viaje, vale decir, el tramo de camino que une Villa Cerro Castillo con Bahía Murta, me llamaron la atención 2 cosas, de las cuales ya me había percatado antes: 1.-  La gran cantidad de casas abandonadas a orilla de camino y 2.-  las grutas y ánimas en recuerdo de los soldados que trabajan para la división de obras del ejército, muchos de ellos jóvenes convictos que encontraron trágico fin dinamitando caminos imposibles de penetrar en su génesis, pero que finalmente sí se pudo… en total contabilicé en mi viaje 17 memoriales a orilla de camino por estas muertes. 
Camino al Valle Murta


La elevación de este tramo llega a su punto cúspide en un tipo de anima a un tal San Sebastián, punto de encuentro y descanso, acá esperé a mi compañero que venía rezagado… siendo generoso con él, lo esperé una media hora, tiempo en el que vi a varios vehículos detenerse ahí, pasar un par de minibuses desde y hacia Cochrane, etc… me comí mi último pan duro de reserva y decidí continuar avanzando solo…
Cruzando Río Murta
Túnel de Coihues a la entrada de Murta
Acá comienza un descenso al borde del Valle Murta, no me extenderé demasiado, decir solamente que es hermoso, hay que bajar con cuidado y a medida que vas bajando comienzas a bordear el Río Murta, cuando ya estás abajo a nivel es sencillamente espectacular, un agua turquesa, un color único, que tan solo podría alimentar a un lago igual o más bello… se aceleraba mi corazón mirar mi GPS y mi ciclocomputador al ver que me aproximaba más y más al gran General Carrera, esto hizo que aumentara mi ritmo en un camino parejo, logrando promediar 38 km/h, sin duda ya había aventajado demasiado a mi compañero, lo peor de esto es que iba con mucha hambre y sed, pero el ritmo que llevaba era muy bueno, así que decidí ir fuerte y derecho hasta el desvío de Bahía Murta, ya que dicho pueblo queda retirado unos 5 kms de la Carretera Austral, haciendo que la gran mayoría continúe de largo hacia el accesible y concurrido Puerto Río Tranquilo, esto fue estrategia para encontrar hospedaje y comida más barata y de paso conocer este lindo pueblo. Nuevamente al llegar a este cruce y entrada a Bahía Murta espero varios minutos a mi compañero, y nada, ni luces, yo ya tenía señal en mi celular por lo cual apliqué SMS y partí hacia el pueblo, en el camino de entrada se huele la Murta, muy simpático, lo primero fue llegar a una oficina turística, comprar algo para comer y esperar a mi compañero. Tal fue dicha espera que estaba preocupado, tiempo en el que me distraje tomando mate con las señoras de la oficina turística, mirando fotos de los colonos en blanco y negro y jugando fútbol con 2 pequeños amigos.
Alex a la izquierda, Bryan a la derecha,
pequeños amigos de Murta
Después de 2 horas aproximadamente veo llegar a mi compañero al pueblo, venía muy enojado y molesto, dejé que descargara su rabia por la imprudencia de alejarnos tanto sin esperar al otro, y claro, era entendible, pero también era entendible la ansiedad de llegar a destino que tenía yo. Fuera de esto, ambos estábamos sanos y salvos. A buscar hostal y comida contundente se había dicho, estábamos con el Lago a nuestros pies!!!
Lago General Carrera desde el extremo norte en Bahía Murta


Lago General Carrera mirando hacia el sur