miércoles, 17 de abril de 2024

Último Tramo: Un pueblito sin calles, Villa O´higgins la meta y final inesperado

 Amanecía ese sábado 19 de enero de 2013, habíamos acumulado 14 días seguidos de pedaleo y senderos en las diversas condiciones climatológicas, con un promedio de avance de 68 kms por día. Por lo que el cansancio acumulado y el intenso calor que había por esos días en la Patagonia, nos hizo decidir descansar ese día completo y recuperar fuerzas.

Paseamos por el pueblo/ciudad Cochrane, nombrada así por el marino austral del siglo XVIII, compramos algunas provisiones para los últimos días que se nos  avecinaban. Para resumir, Cochrane es como un pueblo dedicado al mate y al huemul, hay alusiones de estos dos por todo el pueblo. Se pueden realizar actividades variadas en su entorno, como recorrer la Reserva Nacional Tamango, en donde es posible avistar huemules si es que hay fortuna. Pescar en el río y Lago Cochrane que también es binacional, este lago con las aguas más azules que he visto.

Día domingo bien temprano y dejábamos la casa que nos acogió en las mejores condiciones, fue un verdadero regalo la casa, la comida y el descanso. Seguimos la ruta 7 hacia el sur, camino a ese pueblo que cada cierto documental aparece en TV, Caleta Tortel, pero para eso nos aguardaban decenas de kilómetros de camino de ripio, calaminas y mucho desnivel. A medida que vas avanzando y dejando Cochrane atrás, bordeas a mano izquierda el Lago Esmeralda, luego cruzas el puente del torrentoso río El Salto, asoman algunas casas con sus arboles de cerezas a orilla de camino, aprovechamos ese lindo regalo. La temperatura es la ideal para pedalear y a esta altura los tábanos y coliguachos van disminuyendo, lo cual es un alivio.

Avanzando hacia Tortel, comienza nuevamente a haber bosque templado, atrás queda ese paisaje de estepa que nos acompañó un par de días, acercarse al océano pacífico provoca ese efecto, unas lagunas que se logran divisar y avanzado unos 40 kilómetros comienza un desnivel y curvas espectacular, es a favor, por lo que las velocidades en bajada resultan peligrosas, los vehículos en ruta cada vez son menos, y cada ciertas horas nos pasan vans y mini buses que van a Tortel o esperan tomar el último ferry en Puerto Yungay para seguir al sur. El ritmo de pedaleo es constante y avanzamos harto con mínimo esfuerzo, pero avanzan las horas y no habíamos almorzado, me comenzó un dolor estomacal el cual cada calamina que pasaba se agudizaba más, por lo cual, avanzados unos 80 kilómetros, decidimos buscar un lugar idóneo para descanso, comer y dormir, a esa altura eran como las 17 horas y había sido un buen avance, lo cierto es que me sentía muy mal y al parecer fue por comer un embutido. 

Mi cara de sufrimiento por el dolor estomacal.
El lugar era muy hermoso, hierba verde con algunos caballos pastando, arboles frondosos, con un río a escasos metros, por lo que fue un descanso merecido para recuperarme de mi malestar. Los caballos eran la prueba de que había gente cerca, y es que estábamos muy cerca de la rivera del Río Baker, nos encontrábamos con él nuevamente, y hay muchos caminos que llevan a pequeñas barcazas que lo cruzan, hijos y nietos de colonos que aún viven y mantienen, los menos, la tradición ganadera y maderera, principalmente del Ciprés de la Guaitecas.
Pasamos buena noche y logré recuperarme, el clima nos acompañaba a cada instante, la noche fresca como lo es en Patagonia, el dormir cómodo en una alfombra de pasto ayudó mucho y la mañana soleada de ese día lunes nos invitaba a avanzar hacia nuestro destino del día, la villa sobre pasarelas, el pintoresco Tortel. Levantamos el camping, montamos las alforjas, y comenzamos el pedaleo, el cual a medida que avanzábamos nos introducía en túneles de arboles (coihues, ñirres, cipreses), con una frescura que te llegaba al rostro, el cantar de las aves como si anunciaran que iban pasando extraños por sus territorios

Lo que más me impresionó ese día lunes por la mañana fue el encontrarse a orilla del camino el imponente Río Baker, ya con todos sus afluentes con sus causes entregados, con un color lechoso oscuro, se veía caudaloso, con remolinos constantes en sus aguas, es tan ancho que se forman islas en su mitad. Se me vinieron a la memoria esos capítulos de los años 90 del programa Al Sur Del Mundo, en que mostraban la vida de los colonos Balseros del Baker, transportando madera y ganado en las mismas balsas de troncos de cipreses, haciendo incluso asado arriba de ellas, por fin estaba ahí!


Bajo este espectáculo, uno se motiva y agarra un ritmo de pedaleo elevado, así que logramos avanzar rápido, al cabo de unos 12 kms llegamos a la bifurcación del camino que sigue hacia el sur por la ruta 7 con el camino que va hacia el pacífico, ahí restan 22 kms de pedaleo plano en su mayoría, bordeando la mayor parte el Baker. Ya son pasada las 13 hrs por lo que el estomago comienza a pedir almuerzo, más cuando había perdido harta energía y comido liviano por mi estómago,  así que el deseo de conocer Caleta Tortel y almorzar se complementaron, saqué cierta ventaja a mi compañero y comienza una subida empinada, las montañas son rocosas completamente y tapadas por una capa verde de musgos y árboles que logran echar raíces, impresiona cada paisaje. 


Finalmente, pasada las 14:30 horas llegaba a Caleta Tortel. Algunos datos e historia, la caleta debe su nombre en homenaje a Jean Tortel, marino francés que prestó sus servicios durante la Guerra de Independencia de Chile. A finales de siglo XIX solamente era conocido por exploraciones a los  ríos Baker, Bravo y Pascua, una vez definidos los límites con Argentina, esta región fue entregada en  concesión a un par de magnates y sociedades... pero lo que marcó a fuego y e hizo famosa a Caleta Tortel fue el hallazgo de 59 muertos chilotes, abandonados a su suerte, al parecer para evitar el pago de alguna compañía estanciera de Magallanes, hoy es un monumento al aire libre la "Isla de los muertos". 

Pero ya avanzando en lo contemporáneo, la villa fue llenándose de colonos ilegales, los cuales comenzaron a exigir ayuda estatal, esta finalmente llegó y se creó oficialmente como pueblo en 1954, las casas fueron construyéndose a orilla de muelle, pero el terreno escarpado hace imposible hacer caminos, por lo cual fueron uniendo las casas con pasarelas, las cuales existen y están extendidas hasta el día de hoy, la comuna ya cuenta con posta, carabineros, escuela, gimnasio, aeródromo, en 1997 se inauguró el tramo que la une con la carretera austral, por lo cual terminó su aislamiento, de hecho salió en las noticias internacionales cuando el mismísimo hijo de Diana de Gales, el príncipe Williams haciendo trabajos de voluntariado, también cuenta con señal de telefonía móvil y una central hidroeléctrica  que ha tenido muchos inconvenientes los últimos años, lo cual deja el pueblo a oscuras a aciertas horas. Acá llueve mucho, casi todo el año, pero el sol que nos recibió fue tremendo, el agua del río Baker tiñe toda la bahía y se puede hacer un sendero que va por arriba del pueblo y llega en la playa de Tortel.

Ya ubicados y debido a que andábamos con nuestras bicicletas, encontramos un hostal en la parte de arriba del pueblo, la misma dueña cocinaba a los huéspedes, por lo cual comimos un rico guiso, su posterior siesta y a la tarde nos animamos a hacer el sendero que va por la parte de arriba del pueblo y finaliza en la playa, un lindo camino no exento de barro y humedad en algunas partes, pero que te regala unas vistas impresionantes de la desembocadura del Río Baker, en total se recorre como unos 7 kms, considerando la vuelta por las pasarelas que van a altura del agua y se distribuyen caprichosamente por todos lados. El día se aprovecha mucho pues en estas latitudes en verano se comienza a oscurecer recién a eso de las 23 pm.

Desembocadura del Río Baker
                                               


Llegamos de vuelta al hostal y coincidimos con unos conscriptos que estaban haciendo algunos ejercicios por la zona, tomamos mate a la noche, conversamos con los dueños y confirmaban los datos expuestos de Tortel más arriba, eso sí, el caballero nos contaba que acá antiguamente era refugio de bandidos, de delincuentes que andaban arrancando de la justicia y aprovechaban lo recóndito del lugar, claro, no todos tenían esos antecedentes, pero los hubo.
Al amanecer del día martes 22 de enero nos enfrentábamos al último tramo de esta loca y hermosa travesía, el próximo destino oficial era Villa O´higgins. Por lo que raudos desayunamos bien, armamos las alforjas y partimos con un día nublado y ciertas goteras que acompañaban el camino y hacían el pedaleo más agradable. Nuevamente íbamos por la rivera del Baker, esta vez por mano izquierda, se hizo nada el llegar a la bifurcación de la ruta 7, cercano a los 23 kms recorridos y lo que se venía era todo nuevo, el camino comenzaba con una terrible cuesta, mucho desnivel y ripio suelto, acá nuevamente me ayudó los pedales con fijación, acompañado de la leve lluvia, hacía el camino ideal, se atraviesa por denso bosque, prácticamente es un camino de penetración, sin berma, una belleza que no puedo transmitir, se llega a un plano y el descenso que se avecina nos confirma que nuevamente vamos a encontrarnos con el mar, se hizo muy corto el viaje, llegamos a Puerto Yungay pasada las 15 hrs, llovía, por lo que nos refugiamos en una pequeña cafetería que hay en el muelle.
Cafetería y minimarket en Puerto Yungay
Desde este lugar, a partir del año 2016, las autoridades inauguraron la ruta "Chile por Chile", la cual mediante subsidio, permite unir mediante ferry las comunidades de Puerto Yungay (donde se pueden subir vehículos), Caleta Tortel, Puerto Edén y Puerto Natales, un viaje que dura al menos 42 horas de navegación y el ferry incluye en su pasaje la butaca reclinable a 178°, las 3 comidas, una cafetería con cobro, duchas con agua caliente, yo realicé ese viaje y es hermoso atravesar los canales patagónicos y conocer la comunidad más aislada de Chile: Puerto Edén.
Pero volviendo a Puerto Yungay, el calendario del ferry que atraviesa al otro lado del fiordo partía a las 18 hrs, este ferry es gratis, completamente subsidiado y en parte es una ayuda a Villa O´higgins y mitigar su aislamiento, ya que se nota demasiado que de 10 visitantes, solo 2 siguen hacia el sur, Tortel se lleva toda la atención, además que es más cerca, puesto que la distancia desde el embarcadero sur Rio Bravo hasta Villa O´higgins es de prácticamente 100 kms, y eso en Carretera Austral es mucha distancia, por lo que el itinerario decía que tendríamos que avanzar lo que nos diera el día y alojar en algún refugio que encontrásemos. Todo eso íbamos planificando arriba del ferry, calentitos, con un rico café, afuera llovía con viento, así que los panes iban a cambiar.
Barcaza padre Antonio Ronchi


Una vez que cruzamos el fiordo Mitchell, fuimos los únicos pasajeros que se bajaron sin auto, todos los demás partieron raudos al sur en sus camionetas. La lluvia y el viento nos hicieron replantearnos seguir avanzando ese días, y lo que nos convenció quedarnos fue el lindo refugio paradero que hay en el muelle, como éramos los únicos que estábamos ahí la opción era la mejor, además evitábamos armar carpa, solamente nuestros sacos de dormir, la noche fue muy linda, dejó de llover y el cielo se despejó, dejando ver la luna creciente reflejándose en las aguas calmas del fiordo, dormimos abrigados y despertamos temprano pues siempre pensamos que podría llegar gente ya que era un refugio público.

Partimos esa mañana de miércoles 23 de enero, con la idea fija que este sería nuestro último día de pedaleo extenso, eran 98 kms que nos esperaban y nos hicimos el ánimo, nos tocó un día nublado y que habría a ciertos ratos el sol, también caían gotas de lluvia, el camino es angosto y con partes de ripio suelto, avanzado unos 16 kilómetros al sur está la bifurcación hacia el Río Pascua hacia la derecha, nosotros continuamos por los restantes 82 kms que quedaban, a orilla de camino y por la cercanía del fiordo, se encontraban algunos aserraderos abandonados, casas viejas que servían de refugio, y de frente nos encontramos con la caravana de vehículos que iba al alcance del cruce del primer ferry del día hacia el norte, tuvimos precaución con las piedras que podrían llegarnos y el ligero polvo gracias a la llovizna que nos caía.
Mirar hacia el sur nos mostraba lo recóndito, escarpado, salvaje del terreno, se nota que costó mucho trabajo construir el camino, se veían cordones montañosos que lo bordeaba un pequeño hilo que subía y bajaba junto a la montaña, ese hilo era el que íbamos pedaleando, después supimos que tuvimos que cruzar 3 cordones montañosos, cuando ibas en la parte de arriba, los cóndores planeaban a la misma altura en la que íbamos pedaleando, era lindo y a la vez cómico, pensando en que buscaban que nos quedáramos en estado de cadáver para que se alimentaran jaja


Llegadas las 14 hrs, y tomando en cuenta que habíamos partido temprano, decidimos almorzar a orilla de camino, fue todo un desafío debido al fuerte viento que corría, sacamos agua de un riachuelo, exquisita agua, en momento que comíamos nos pasó la caravana que iba hacia el sur, y tras unos minutos después pasaron 2 cicloturistas de República Checa, eran mayores pero con un espíritu y fuerza muy joven, ellos venía con todo así que siguieron a destino, nos quedaba la mitad del camino y eran pasada las 15 hrs, la meta estaba ahí, aún era posible llegar con luz de día, y es que pasando el tercer cordón de montaña, comenzamos a pedalear por un plano, a orillas de lagunas o lagos, con aguas muy oscuras, asomaban casas a orilla de camino con jardines y paisajes idílicos, ya se notaba rastros de civilización y que había un pueblo cercano, claro que hay unas vueltas que te demoran la llegada, ya que se nota que es un terreno muy acuoso, se tuvieron que hacer terraplenes y diques para que pasara el camino, todo muy bien

 El cansancio acumulado se mezclaba con la ansiedad de llegar, a medida que avanzaba recordaba el primer día que comenzaba esta aventura, llegando al aeropuerto sin una de mis alforjas, de la gente que nos fuimos encontrando en el camino, los lugareños y sus historias de esfuerzo, abandono y sacrificio. también meditaba en lo lindo y diverso que es nuestro país en paisajes, que hace que venga gente de todo el mundo a vivir lo que estaba viviendo, que se puede viajar por Chile sin demasiado dinero y que todo esfuerzo es recompensado, pensaba en la inmensidad del territorio y de todo lo que me faltaba por conocer, puesto que la carretera, sus senderos y caminos interiores son solo una pincelada de lo que es la Patagonia, ya me ponía nostálgico e imaginaba cuando nuevamente iba a hacer la carretera en bicicleta, quizás con hijos como lo vi en varias oportunidades. Pero era momento de alegría por el tremendo logro que estábamos haciendo y por el tiempo en que se hizo, apegado en un 90% al itinerario que nos habíamos propuesto en Santiago, era ambicioso y de verdad que los kilómetros en la ruta pesan el doble, pero lo hicimos en 19 días, y hubo un día completo de descanso en Cochrane.
El sol ya se escondía tras las inmensas y siempre nevadas montañas de nuestro lado poniente, el camino era super bueno, y lleno de avisos de excursiones, hostales, campings, pero el hito que nos importaba estaba por fin a la vista, siendo las 20:50 hrs, habíamos llegado a Villa O´higgins.


El día terminaba en un camping dentro del pueblo, con una cocina y comedor común en el que nos reencontramos con los cicloturistas Checos, con los cuales obviamente tomamos mucha cerveza y compartimos experiencias con otros viajeros que habían llegado unos días antes, algunos viajando desde el sur, provenientes de Ushuaia y había cruzado por El Chaltén y Laguna del Desierto.
Nuestro vuelo de retorno era el día 27 y era miércoles 23, por lo que había que planificar el o los días que estaríamos en Villa O'Higgins, habían muchas opciones, hasta tomar una lancha que nos llevase por el lago O´Higgins, el más profundo de Sudamérica a ver los glaciares, pero se salía de presupuesto, ya que no es subsidiado, lo otro era hacer trekking a ver otro glaciar por tierra, pero lo que más planificación requería era cómo llevaríamos de vuelta nuestras 2 bicicletas más las alforjas y todo el equipaje... eso estaba complicado, ya que salían buses día por medio y era temporada alta, si bien podíamos asegurar pasaje para nosotros, no así con las bicis, ya que eran buses pequeños. Dormimos esa noche y priorizamos la compra de los pasajes a Cochrane, dimos vueltas y preguntamos hasta en carabineros, en esa vuelta pinché mi rueda trasera, había recorrido más de 1.300 kms y me pasaba esto ahora sin ningún peso, pero bueno, se reparó, y llegamos a un minimarket que vendía provisiones pero que también las hacía de correo de varios pobladores, disponían de un camión que iba una vez a la semana a Coyhaique, conversamos y coordinamos los viajes, acordamos irnos antes, el día viernes 25 de enero teníamos bus a Cochrane, y el camión hacía el viaje a Coyhaique el sábado 26, de una sola ida, sin escalas, así que decidimos confiar y les dejamos nuestras bicicletas y esperar el camión cuando estuviéramos cerca de Coyhaique o Balmaceda, pero primero teníamos que marcar el hito más importante, por lo cual fuimos 8 kilómetros al sur en nuestras bicis, hasta el embarcadero del lago O´Higgins, Bahía Bahamondez, que es donde se termina oficialmente el camino de la Ruta 7, carretera Austral:



A la tarde de ese jueves 24 de enero decidimos ir al trekking al Parque Cerro Santiago, que al final de su camino tiene un mirador a un glaciar, el tema es que era algo tarde y el sendero no estaba muy bien marcado, pero sí nos quedamos con hermosas postales del atardecer hacia el lago y las montañas que rodean el pueblo. Nos dirigimos del vuelta al camping y salimos a comer y celebrar con carne y vino como se debía. Habíamos finalizado nuestras actividades en el pueblo y había que empacar para la salida temprana del bus hacia Cochrane.

La vuelta en bus la resumiré en tediosa, caótica, por las vueltas y vueltas que da, por los malos olores de algunos gringos que no tiene como habito bañarse todos los días o usar desodorantes, jaja
Por lo cual tratamos de dormir ese trayecto, se llegó a Cochrane luego de 6 horas o más de viaje, aojamos en la casa de nuestros amigos pero esta vez había gente, por lo que nos agasajaron con una rica cena. AL otro día, sábado 26 de enero, nuevamente bien temprano tomamos el bus que nos llevaría hasta Coyhaique, el bus hace una parada intermedia para almorzar en Puerto Tranquilo, el camino es largo pero llegando a Cerro Castillo comienza nuevamente el camino de asfalto y concreto, lo que es un alivio y el bus avanza más rápido, ya cruzando la Reserva Cerro Castillo, nos aproximamos al cruce de la ruta 7 con el camino que va hacia Balmaceda, es ahí donde nos bajamos con nuestras alforjas, bolsos de mano, mochilas y sacos de dormir, llegamos a ese cruce cerca de las 15 hrs, tuvimos que esperar a orilla de camino al menos unas 4 horas, ya cercano a las 19 horas, estábamos muy pendientes del camión que traería nuestras bicis, éramos pura fe a esas alturas, y es así como por fin llegó nuestro amigo Patagónico, estábamos aliviados y felices, nunca habíamos hablado de precio, así que le pasamos $10.000.- nuestras bicis prácticamente era la única carga que traía, pues venía a abastecerse a la capital regional. Montamos alforjas y equipaje y comenzaba el último pedaleo oficial hacia el sur en dirección al pueblo fronterizo de Balmaceda, se caracteriza por el fuerte viento, pero esta vez no había, se nos hizo de noche y la luna llena hacía que no necesitáramos luces frontales para la visibilidad, llegamos al pueblo y costó encontrar alojamiento, ya casi la medianoche nos recibió en su hostal una señora a la que le compramos algunos recuerdos para llevar a los familiares en Santiago.
Nuestro vuelo salía a pasado las 14 horas del día domingo 27 de enero, la mañana fue para buscar cartón y huincha adhesiva para embalar nuestras bicicletas y no fueran a cobrar sobre equipaje, costo pues era domingo en un pueblo en que no se veía gente en las calles, pero por fin hicimos check in, pasaron a equipaje de bodega nuestras bicis y el viaje de vuelta iba lleno de experiencias y recuerdos, y con las infinitas ganas de volver siempre. 




miércoles, 1 de octubre de 2014

El Chelenko: Aguas turquesa, Cuevas de Mármol y Glaciares Milenarios, Cochrane una Odisea

Bahía Murta es un pueblito pequeño ubicado en la orilla septentrional del lago General Carrera, hay que desviarse de Carretera Austral unos 5kms, por lo cual lo hace un lugar muy poco visitado respecto a su vecino del sur; Puerto Tranquilo. Se respiraba una paz absoluta en el pueblo, sumado a una hermosa vista del lago. No fue difícil encontrar alojamiento en un hostal aquella tarde, habíamos estado desconectados un par de días del mundo exterior desde que salimos de Coyhaique, así que vimos noticias y nos conectamos a Internet.

El amanecer del jueves 17 de enero traía consigo los deseos enormes de continuar hacia Puerto Río Tranquilo, puesto que desde ahí se pueden visitar lugares emblemáticos de la Patagonia, partimos pasado las 10 de la mañana. Empacar alforjas, revisión mecánica, desayunar y ya estábamos listos. Un sol radiante nos acompañó los casi 30 kms que nos separaban de Puerto Río Tranquilo, ubicado en la rivera oeste del  lago, el camino se torna espectacular, pues mientras avanzas en dirección sur vas bordeando el Lago Chelenko (el Lago de las Tempestades, bautizado por los Tehuelches) el Gran General Carrera conocido por los demás, cuando no hay viento sus aguas turquesas forman un espejo de agua que refleja perfecta a las montañas que lo bordean, un espectáculo hermoso, pero cuando arrecia el viento se torna en un temible lago que a su haber ha hundido muchas embarcaciones, varias curvas serpentean el camino y por el lado oeste de la ruta, numerosos saltos de agua aparecen, se suman




 


algunas subidas empinadas pero cortas, este tramo es bien transitado por vehículos a motor, hay flujo turístico. Pues bien, tras tomar algunas fotografías durante el camino, llegamos por fin a Puerto Río Tranquilo, un pueblo con todo lo necesario, al borde del lago, cuenta con caja vecina, señal de telefonía celular, lugares para alojar y comer, pero sobretodo, con muchos carros de agencia turísticas a orilla del lago, pues este es el lugar de partida a las Cuevas de Mármol.


Cuevas de Mármol: También llamadas Capillas de Mármol, es una formación mineral de carbonato de calcio en el mismo lago. A lo largo de los años, las aguas del lago han erosionado los escarpes costeros, creando estas formaciones, las cuales cuando el lago se encuentra en un nivel bajo como en los meses de verano, se pueden recorrer interiormente en botes, estas embarcaciones salen de Puerto Tranquilo con un valor aprox de $5.000.- por persona o $30.000.- el bote completo, el viaje lleva a varios islotes ubicados a escasos metros de la orilla del lago, que reciben los nombres de Catedral de Mármol, Capilla de Mármol y Caverna de Mármol. El color azulado y turquesa hace que sea un deleite fotografiar.


Para el día que me tocó ir a estas cuevas había un sol  tremendo, un calor por sobre los 30 grados, por lo que fue imposible no lanzarse a las aguas del lago, chapotear y caminar por estas formaciones hicieron que cumpliera un sueño, el agua no es más helada que la del mar de la zona centro de Chile, totalmente tolerable, el entorno es único, este sin duda fue uno de los puntos e hito más importantes de esta aventura en la Patagonia Chilena. Daban ganas de quedarse en el agua por mucho más rato, pero el tour había terminado, buena onda quien dirigía el bote en todo caso, y estaba bien instruído en la historia y formación de las cuevas.


Glaciar Exploradores: Si Puerto Tranquilo hacia el este tiene como atractivo las Cuevas de Mármol, hacia el oeste se encuentra el Glaciar Exploradores, eso sí, hay que avanzar 70 kms al oeste de Puerto Río Tranquilo, se accede por camino de ripio que conecta con Bahía Exploradores. Este glaciar es la corriente noreste de Campo de Hielo Norte, nosotros por tiempo no incluimos la visita a este lugar, pero es bueno mencionarlo, pues se puede visitar este glaciar realizando trekking por un sendero interpretativo apto para todo público, que atraviesa un bosque siempre verde, llegando a un mirador, que permite tener una visión panorámica del glaciar con Campo de Hielo Norte de fondo. También Existe un refugio de guías y baños para el uso público.

El día ya estaba avanzado, llegué a orilla del lago alrededor de las 5 de la tarde, habían muchos mochileros y otros ciclistas que coincidieron en el pueblo, algunos con guitarra, algunos venían de Alaska bajando, otros recién comenzaban en Ushuaia en dirección a Canadá, españoles, argentinos, Belgas, Franceses y nosotros los chilenos… buena onda pero nosotros debíamos avanzar pues el tiempo era acotado. 

Dejamos Puerto Tranquilo por la tarde de ese jueves, el camino de a poco va alejándose del borde del lago virando en dirección oeste, a medida que uno se aleja un poco del General Carrera se logra dimensionar lo enorme que es, se ven cantidad de islas dentro del lago y se pierde en dirección a Argentina, donde es llamado Lago Buenos Aires. El próximo gran destino es Cochrane, pero para eso faltan muchos kilómetros aún, aquel día habíamos recorrido 30 kms desde Bahía Murta hasta Puerto Tranquilo y a esta hora intentábamos avanzar lo que nos fuera posible durante la tarde, a medida que avanzamos más al sur en esta travesía, cada vez el día es más largo y la luz solar nos acompaña pasado las 10 de la noche incluso, el camino tiene ripio suelto y se dificulta mantener un ritmo constante, hartas subidas y más bajadas nos llevaron a un punto donde dejamos de visualizar el Lago, una que otra casa y varios torrentosos riachuelos o incluso casi ríos que descienden de los Campos de Hielo Norte y que alimentan y ayudan a dar ese tono único del lago general Carrera, al final avanzamos 25 kms desde que dejamos Puerto Tranquilo, lo cual nos dejaba un total de 55 kms avanzados, no estaba mal ya que sumamos la gran experiencia de las Cuevas de Mármol. 




Decidimos que había que acampar a orilla de camino, así que comenzamos la búsqueda de un lugar apto, lugar apto significaba tener agua, plano con pasto de preferencia y semi abierto, de manera de protegerse del posible viento pero a la vez no internos en mucha vegetación por miedo al hanta virus. Costó harto encontrar un lugar para acampar, pues el terreno es pedregoso, pero finalmente ya casi caída la noche nos ubicamos  cerca de un río que descendía, acá pillamos a un gringo caminando solo, sí, caminando, quien sabe de dónde venía y en qué lugar pensaba dormir, parecía ermitaño, e iba descalzo, quizás era la personificación real de Forest Gump… 

Un día fantástico y memorable concluía, armamos las carpas con luz de linternas, cocinamos y nos protegimos de los muchos zancudos, ojo con las picaduras que son molestas y que entren a la carpa, por fin dormíamos con la satisfacción de ir acorde al itinerario impuesto, el cual incluía lógicamente recorrer las bellezas en torno a la Carretera Austral.

La mañana del viernes 18 de enero nuevamente amanecía con un sol radiante, cielos totalmente despejados, lo cual nos hacia levantarnos más temprano de manera de evitar el extenuante calor, con ello la deshidratación,y también los molestos tábanos. Los niveles de radiación UV en la patagonia son mayores a medida que uno avanza hacia el sur, por lo cual es apropiado cubrirse y usar primera capa, o usar bloqueador con factor UV elevado.

Partimos pasado las 9 am aquel día, un día que recordaríamos como uno de los más agotadores y hasta épicos en cuanto a pedalear con resistencia y logro de objetivo se refiere, pues la meta de este día era llegar a Cochrane, y 
nos restaban exactos 90 Kms desde nuestro camping hasta la ciudad, 90 kms de camino de ripio, camino con pendientes y curvas... escribirlo cómodamente no es lo mismo que vivirlo, no creo lograr hacer tan vívido mi relato, pero acá vamos...


Al avanzar perdimos de vista el lago al menos por 10 kms, luego aparecía majestuoso nuevamente a nuestros ojos, al llegar al km 20 de recorrido, llegamos a otro hito de la carretera austral, cruzamos el puente colgante del Desagüe del General Carrera, desagüe que forma un lago menor pero muy emblemático a la vez, el Bertrand, es muy lindo el cruce, pero lo que viene más adelante después de una terrible subida para quienes pedaleamos con carga y calor es realmente una recompensa, pues llegas a un mirador con una de las postales de Aysen, Los 3 Lagos: Carrera, Bertrand y Negro, de fondo la cordillera... uff sobrecogedor paisaje, la subida es bordeando el pequeño Lago Negro, su nombre imagino yo, es por la diferencia de tono respecto a los otros dos, mucho más oscuro, en esta subida por dirección este se encuentra la bifurcación del camino que lleva a Puerto Guadal y finalmente a Chile Chico, ambos pueblos a orillas del General Carrera, este camino bordea la cuenca sur del gran lago.

 OK, fotos de rigor en aquel mirador y continuamos, mientras avanzamos, cruzamos por lugares para hacer Canopy, unos lodges para los amantes de la pesca, el camino se torna nuevamente amigable y comienza a bordear un pequeño tramo del Lago Bertrand, cuyo color turquesa es más marcado que el del General Carrera. El camino se aleja del lago nuevamente y comienzan ciertas cuestas, las que finalmente terminan y dan paso a unas bajadas y curvas pronunciadas en las que alcanzas velocidades considerables, dicha bajada nos anuncia que estábamos nuevamente a nivel del lago y en plena curva llegamos a Puerto Bertrand, una pequeña villa ubicada a orilla de camino y del lago, sus habitantes se quejan diciendo que ellos también son de Chile y parte de la Patagonia, esto porque es un lugar de paso, muy poca gente se queda a visitar Puerto Bertrand, nosotros sí lo hicimos, al menos para almorzar... les comento que el pueblo parecía fantasma! entramos a un negocio de provisiones y tuvimos que llamar varias veces para que bajara una señora a atendernos, compramos duraznos de conservas y panes con jamón, un almuerzo a la rápida y glucosa... acá me pasó algo que me arrepiento, le pedí a la señora del almacén si podía cargar mi celular con el que llevaba registro GPS y fotos de excelente calidad, la señora se negó diciendo que cerraban el almacén a la hora de almuerzo y no se responsabilizaba, acepté y no insistí en otro lado. Nos fuimos a dormir a orillas del lago, se escuchaba gente bañándose y chapoteando a lo lejos, nosotros dormimos a la sombra en el pasto y nos refrescamos los pies, fue tanto el relajo y el calor que hacía, que se nos pasó la hora, eran ya las 5 de la tarde y había que comenzar a pedalear nuevamente en dirección sur. Hasta el momento llevábamos recorridos la no despreciable suma de 40 kms, a medida que avanzamos en medio de muchos árboles que nos daban excelente sombra, contrastaba con el color del agua del lago que poco a poco se iba angostando, a tal nivel que ya era un río ancho, con mucho torrente y un color único, sí señores, iba pedaleando donde nace el Río Baker, el emblemático Baker; río que naces color turquesa del Bertrand, te pillé en tu nacimiento, pero ya eras majestuoso, abajo te esperan el Nef y el Chacabuco, cambiarás tu aspecto a lechoso, pero ganas en caudal, siendo el más grande de Chile, tan grande que cuando desembocas en Tortel, tiñes las aguas marinas y las haces dulce. Este momento tan lindo no pude registrarlo en cámara, solo con mi memoria visual, mi celular no tenía carga para fotografías, por ende no pude registrar la famosa confluencia del Baker, lugar donde se une al Río Nef que trae aguas procedente de Campos de Hielo Norte. Al avanzar, uno continúa bordeando el Río Baker ahora con otro color y muy torrentoso, se forman unos rápidos que son de temer, se enangosta el río, y visto desde la carretera austral en realidad lo ves como un precipicio. Hay que mencionar que después de la confluencia y dejar atrás una decena de casas y lodges, el paisaje cambia drásticamente, desaparecen los árboles, es un paisaje de una belleza igualmente atrayente, con montañas de formas caprichosas y en donde el amo y señor es el Cóndor, se nota que predomina en gran parte del año la nieve, cuesta encontrar riachuelos para beber agua fresca, y cuando lo encontramos pillamos también sanguijuelas jaja, entramos en lo que se conoce como Valle Chacabuco, cruzamos el río del mismo nombre que es afluente del Baker y que finalmente convierten a este río en el que tiene más caudal de Chile, río que nuevamente perdimos de vista, comienza un ascenso del terror, y la tarde noche ya se avecina, ni siquiera pensar en hacer camping a orilla de camino, estamos en la Patagonia agreste e indómita, hay que continuar, el camino está lleno de señalética de advertencias, curva peligrosa; uso obligatorio de cadenas, velocidad máxima 30 kms, enganchar en primera! Esta parte fue una de mis pruebas más grandes de fuerza en el pedal y cadencia mínima jaja, prefería seguir enganchado que bajarme y caminar, y lo logré, me aplaudí a mi mismo al llegar arriba, a estas alturas el hambre y cansancio causaba mella en nosotros, nuevamente logramos ver el Rio Baker, y varias casas abajo en su cuenca, este paisaje me recordaba ciertos documentales que vi de las montañas de Mongolia, o también de Turquía, se pedalea al borde de un abismo, uno que otro auto pasa y ya con luces encendidas, sin GPS solo nos remitíamos a la señalética que nos indicaba a cuantos kms de Cochrane estábamos, y quedaban al menos 20 kms, fue terrible, sentíamos que tanto esfuerzo no cundía, mucha subida... pero bueno, con la motivación de llegar a comer algo contundente y una buena ducha y cama, las fuerzas se recobraban, algún chocolate de reserva y un pan del almuerzo ayudaban a recuperarse también. Finalmente ya estando de noche, encendimos nuestras linternas led, atravesamos una zona pantanosa y el camino se habría finalmente, divisamos las luces de un pueblo, por fín estábamos en Cochrane, la tierra de los Huemules, capital provincial. Mi compañero conocía el pueblo y había estado allí antes, lo primero es lo primero y fuimos a Comer! llegamos a las 11 de la noche, llegamos a un bus acondicionado como "Carrito", nombre que damos en Chile a lugares de comida rápida de sandwiches con carne y hot dogs, entre otras cosas. Comimos Churrascos con queso, papas fritas, coca cola en exceso, todo servido al interior de este simpático bus acondicionado, por fin puede cargar mi celular, contar cómo me sentía de cansado pero a la vez feliz de haber llegado a destino, por lo visto y recorrido.

Dicen que es mejor tener amigos que dinero, pues bien, mi compañero tenía una familia amiga que le dejó las llaves de su casa mientras ellos iban a una asamblea en Coyhaique, por lo cual nos alojamos en una casa para nosotros solos, con todas las comodidades que implicaba. El día terminaba viendo fútbol y con una cerveza en la mano, ya eran pasado medianoche, sucumbí al sueño...

miércoles, 29 de enero de 2014

Valles de vida y muerte, vientos y sol implacable.

Martes 15 de enero, un gallo cantaba bien temprano y reiteradas veces, había que levantarse. Esa noche dormimos muy bien, era una alfombra de pasto, por lo cual el descanso fue muy reparador, luego de desayunar, levantar nuestro camping  e intercambiar palabras con el dueño del sitio, nos despedíamos de Vista Hermosa, no sin antes regalar una yerba mate nueva al buen hombre que nos había dejado acampar en su propiedad.


Parque Nacional Cerro Castillo aviso de "Huemules en
en la ruta"
Virtualmente estábamos a la entrada de la Reserva Nacional Cerro Castillo, unas cuestas medianamente pronunciadas nos daban la bienvenida, la carretera asfaltada se interna en medio de un bosque bien particular pues predomina la Lenga y el Ñirre, lo cual lo hace ver muy uniforme, digno de paisajes de Alaska. Riachuelos y arroyos bordean el camino y algunos acantilados a lo lejos. Pero lo que me tenía ansioso en ese momento y me aceleraba el corazón era la posibilidad cierta de avistar a Huemules en su estado natural, sí, a orilla de camino! esta expectativa nos hizo pedalear a un ritmo lento pero siempre continuo, con la vista fija en cada orilla del bosque. Más se alimentaban nuestras esperanzas de ver Huemules cuando la señalética advertía del cruce de estos y mantener una velocidad prudente (nos contaban más adelante en Cochrane que hace unos años una mujer europea cumplió pena efectiva de cárcel por atropellar y dar muerte a un Huemul con su automóvil).
Parque Nacional Cerro Castillo
Bueno, el hecho es que avanzamos y avanzamos en medio del parque, pasamos por la famosa Piedra del Conde a mano derecha yendo al sur, pero ni rastros de los ansiados huemules, después sabríamos que los huemules casi no bajan al nivel de la carretera en época veraniega, por 2 razones, 1.- Están criando y 2.- no hay mucha nieve por lo cual pueden conseguir su alimento sin necesidad de bajar al nivel de la carretera. Ya bien avanzados dentro de la reserva y avanzados en el día, el camino se vuelve más árido y pareciera que vas pedaleando por Farellones o Cajón del Maipo (sectores cordilleranos en la región Metropolitana de Santiago en los cuales se internan caminos asfaltados, bordeas un río en medio de un cajón), uno que otro automóvil y buses pequeños que se dirigen hacia y desde Coyhaique -  Cochrane, también unos europeos que vienen en sentido sur – norte, la velocidad que llevas no da para nada más que un “hola!”… ya resignado a no divisar ningún huemul comenzamos a aumentar el ritmo, y en esto es que comienza la bajada, un camino que serpentea mucho, es la famosa "Cuesta del Diablo", quizá por lo peligrosa le llamarán así, a mitad de bajada existe un mirador en el que contemplas todo el valle del Río Ibáñez, que alimenta al gran Lago General Carrera, también se ve imponente el Cerro Castillo, por su figura de castillo recibe su nombre (subiendo al ventisquero Yelcho y luego en el Parque Queulat conversaba con un par de extranjeros que tenían como meta escalar dicho cerro, que en sí es una montaña muy vertical, espero lo hayan logrado). 
"Cuesta del Diablo", de fondo las montañas
de los campos de Hielo Norte
Aplicamos e inmortalizamos con su respectiva foto y al final de la cuesta tienes 2 opciones, hay una bifurcación en la cual una te aleja de la ruta 7 en dirección suroriente hacia Puerto Ingeniero Ibáñez, a orillas del Lago General Carrera, acá puedes tomar un ferry, cruzar el lago y llegar a Chile Chico, el famoso pueblo fronterizo con Argentina, famoso por su microclima y por eso mismo, que puedes cosechar casi cualquier cosa que plantes… nosotros continuamos por la ruta 7, mi primer encuentro con el gigante General Carrera se postergaba, pues lo encontraríamos decenas de kms adelante, elegimos ir en dirección al pueblo de Villa Cerro Castillo, un pueblo a los pies del imponente cerro y bordeado por el caudaloso Río Ibáñez, un pueblo con tradición de gaucho, criadores de ovinos y domadores de caballos, muy costumbristas, lo cierto es que llegamos a este pueblo y lo hicimos a las 14 hrs, con una sensación térmica de 30° a la sombra, era un pueblo casi fantasma, todos escondidos del sol, decidimos comprar algo para comer y cargar nuestros celulares que nos servían de cámara fotográfica y GPS, me puse al día de lo que sucedía en el mundo exterior, almorzamos y dormimos una siesta en la plaza pública del pueblo y ya siendo las 16:30 decidimos que teníamos que continuar… 


Río Ibáñez
En este continuar había algo muy peculiar, pues en Villa Cerro Castillo termina todo camino asfaltado, y es un cambio drástico para tus muñecas y zona lumbar, nuevamente comenzaba quizás un martirio pero al que avanzados los kilómetros ya te volvías a adaptar, el camino que deja el pueblo es derechamente malo, con cuesta arriba, curvas, piedras y bolones filudos, seco, sin arboles ni arroyos a orilla de camino, un paisaje digno para la nieve, pero no para 30° o más, la vista al Cerro y al Valle del Río Ibáñez es imponente y sobrecogedora eso sí. Ya avanzando 8 kilómetros vuelve el verde que tanto nos gusta de la Patagonia, bosques, arroyos, sombra en definitiva. En el kilómetro diez, después de dejar atrás una corta pero intensa pendiente y curvas pasamos a pedir agua a una casa a orilla de camino, nos atendió una señora bien amable, nuevamente intercambiamos palabras, conversar con los lugareños es muy fácil por estos lados, y nos contaba que ella se dedicaba al ecoturismo, vivía tal cual su día con gente extraña, algo que está muy de moda, pues es precisamente eso lo que buscan muchos quienes visitan este sur recóndito, y nos extendió la invitación a quedarnos, pues al otro día iban a capar a los corderos, con su respectivo asado patagón… 
Par de caballos, de fondo el imponente Cerro Castillo


“wow! Muchas gracias, pero debemos seguir avanzando señora” le dijimos, aparte que la invitación no era gratis, jaja Ya hidratados avanzamos por el camino de ripio en mejores condiciones, a mano izquierda vemos la Laguna Verde, un lago pequeño con un color único, un verde esmeralda muy marcado, su respectiva foto y continuábamos, cruzamos el puente El Manso

Laguna Verde
Revisando GPS en puente El Manso
Lo cruza el río que alimenta a Laguna Verde, es un paisaje único ya que más adelante bordeas el Río Ibáñez el cual se abrió paso en medio del bosque, ahogándolo, es el famoso Bosque Muerto, provocado por los sedimentos y cenizas de la erupción del Volcán Hudson, recuerdo las noticias del año 1991, cuando hizo su última erupción y cómo evacuaban a los lugareños con sus animales, jamás pensé estar en ese lugar que a mis cortos 9 años tenía la más remota idea de donde quedaba ese famoso volcán Hudson, pero ahí estaba, pedaleando al borde de un hermoso y tétrico bosque inundado, con cenizas y aguas perpetuas en sus raíces, y al fondo del valle, allá en dirección hacia el sol iba escondiéndose veía al culpable, un puntiagudo y siempre nevado volcán.
A todo esto, desde que salimos cerca de las 10 de la mañana de Vista Hermosa, cruzar por la reserva Cerro Castillo y luego el pueblo del mismo nombre hasta el bosque muerto ya teníamos más de 65 kms avanzados, la tarde ya avanzaba y el espacio entre cerro tipo montaña a nuestra izquierda y río inundando el bosque era mínimo, imposible para poner nuestras carpas, en esto avanzamos varios kilómetros, con un tremendo viento en contra hasta que encontramos un minibosque con harta arena en el borde del río, ya se hacía tarde por lo que no arriesgamos seguir buscando algo mejor más adelante, teníamos el agua de nuestras caramayolas y era suficiente. 
Valle del Río Ibáñez
Bosque Muerto
El terreno era arenoso, ideal para dormir algo cómodo, pero acá el viento era de tal magnitud que nuestras carpas casi se elevaban con todo el peso de las alforjas, no paraba dicho viento, todo se llenaba de arena, proyectamos una noche bajo ese viento y pensamos que no íbamos a dormir nada… así que con el miedo al Hanta virus, nos fuimos hacia los árboles y  arbustos de este minibosque y el cambio fue absoluto, los arboles nos protegían del viento, de igual manera aprovechamos el viento y el turbio río, nos dimos un buen baño con jabón y shampoo, y se nos ocurrió la genial idea de lavar toda nuestra ropa sucia, se nos secaron en menos de 15 minutos, fue increíble el viento… su buena comida, ningún rastro de desechos alimenticios  ni basura que pudiera atraer a un roedor colilarga y a dormir, fue una noche difícil, pasaban autos y camiones de madrugada a gran velocidad y el viento generaba olas en el caudaloso río que igual hacían ruido, las carpas quedaron en un terreno a desnivel, pero el cansancio acumulado hizo que finalmente conciliáramos el sueño


Pequeño y curioso Zorro cerca del camping







Miércoles 16 de enero, de mañana se siente ruido y voces de gente, en nuestro camping improvisado, asomo mi cabeza y eran colonos que atravesaban en un bote del otro lado del río hacia el borde de la carretera, quizás de qué recóndito lugar venían. El desayuno de esa mañana no fue el mejor pero intentamos que fuera contundente, un tarro conservero de macedonia, azúcar a la vena, un pan ya añejo y un café… el ritual habitual de levantar todo el camping, ordenar y acomodar las alforjas y cuanto utensilio llevamos, a esta altura quizás no estábamos disfrutando mucho la travesía, son cosas que desgastan, pero acá entra a jugar la fortaleza mental, la tolerancia y la expectativa de lo que se viene por delante, que por lo cierto es todo nuevo. 
Bosque Muerto
Comenzamos a pedalear nuevamente, una mañana completamente despejada, contra un viento en contra que aveces te detenía, casi la totalidad de ese valle del bosque muerto tiene mucho viento del oeste, y a medida que avanzábamos varios kilómetros, nos dimos cuenta que haber acampado en esa playita al borde del río había sido una decisión correcta. El camino comienza en un ascenso que de a poco se hace más pronunciado, dificulta enormemente el ripio suelto, imaginen estos factores: cansancio acumulado de varios días de pedaleo, ir con carga, con sol y calor, soportar a los tábanos y "colihuachos", en subida y con ripio suelto y calamitas… pero saben? Lo estaba disfrutando :D me probaba a mí mismo cuan fuerte estaba física y mentalmente, la vista desde la elevación compensaba el esfuerzo. A esta altura del viaje, vale decir, el tramo de camino que une Villa Cerro Castillo con Bahía Murta, me llamaron la atención 2 cosas, de las cuales ya me había percatado antes: 1.-  La gran cantidad de casas abandonadas a orilla de camino y 2.-  las grutas y ánimas en recuerdo de los soldados que trabajan para la división de obras del ejército, muchos de ellos jóvenes convictos que encontraron trágico fin dinamitando caminos imposibles de penetrar en su génesis, pero que finalmente sí se pudo… en total contabilicé en mi viaje 17 memoriales a orilla de camino por estas muertes. 
Camino al Valle Murta


La elevación de este tramo llega a su punto cúspide en un tipo de anima a un tal San Sebastián, punto de encuentro y descanso, acá esperé a mi compañero que venía rezagado… siendo generoso con él, lo esperé una media hora, tiempo en el que vi a varios vehículos detenerse ahí, pasar un par de minibuses desde y hacia Cochrane, etc… me comí mi último pan duro de reserva y decidí continuar avanzando solo…
Cruzando Río Murta
Túnel de Coihues a la entrada de Murta
Acá comienza un descenso al borde del Valle Murta, no me extenderé demasiado, decir solamente que es hermoso, hay que bajar con cuidado y a medida que vas bajando comienzas a bordear el Río Murta, cuando ya estás abajo a nivel es sencillamente espectacular, un agua turquesa, un color único, que tan solo podría alimentar a un lago igual o más bello… se aceleraba mi corazón mirar mi GPS y mi ciclocomputador al ver que me aproximaba más y más al gran General Carrera, esto hizo que aumentara mi ritmo en un camino parejo, logrando promediar 38 km/h, sin duda ya había aventajado demasiado a mi compañero, lo peor de esto es que iba con mucha hambre y sed, pero el ritmo que llevaba era muy bueno, así que decidí ir fuerte y derecho hasta el desvío de Bahía Murta, ya que dicho pueblo queda retirado unos 5 kms de la Carretera Austral, haciendo que la gran mayoría continúe de largo hacia el accesible y concurrido Puerto Río Tranquilo, esto fue estrategia para encontrar hospedaje y comida más barata y de paso conocer este lindo pueblo. Nuevamente al llegar a este cruce y entrada a Bahía Murta espero varios minutos a mi compañero, y nada, ni luces, yo ya tenía señal en mi celular por lo cual apliqué SMS y partí hacia el pueblo, en el camino de entrada se huele la Murta, muy simpático, lo primero fue llegar a una oficina turística, comprar algo para comer y esperar a mi compañero. Tal fue dicha espera que estaba preocupado, tiempo en el que me distraje tomando mate con las señoras de la oficina turística, mirando fotos de los colonos en blanco y negro y jugando fútbol con 2 pequeños amigos.
Alex a la izquierda, Bryan a la derecha,
pequeños amigos de Murta
Después de 2 horas aproximadamente veo llegar a mi compañero al pueblo, venía muy enojado y molesto, dejé que descargara su rabia por la imprudencia de alejarnos tanto sin esperar al otro, y claro, era entendible, pero también era entendible la ansiedad de llegar a destino que tenía yo. Fuera de esto, ambos estábamos sanos y salvos. A buscar hostal y comida contundente se había dicho, estábamos con el Lago a nuestros pies!!!
Lago General Carrera desde el extremo norte en Bahía Murta


Lago General Carrera mirando hacia el sur